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Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de El Revisionista, Series de antología, y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.
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martes, 2 de abril de 2019

Los ensayos de juventud.


Ofrecemos algunos de los ensayos de juventud de Woody Allen. No existen ensayos de madurez, porque se le agotaron las ideas. Tal vez al envejecer Allen comprenda mejor la vida y se decida a recoger sus experiencias por escrito, para luego retirarse a su dormitorio y permanecer allí indefinidamente. Al igual que los ensayos de Bacon, los de Allen son breves y están llenos de pragmática sabiduría, aunque razones de espacio impiden incluir aquí su más profunda manifestación. "Mirando el lado bueno de las cosas".




Sobre la imagen de un árbol en verano.

De todas las maravillas de la naturaleza, un árbol en verano es quizá la más notable, con la posible excepción de un alce con botines que cante "Abril en París". Considerad las hojas, tan verdes y frondosas (si no lo son, es que algo anda mal). Ved cómo las ramas se yerguen hacia el cielo como si dijeran: "Aunque no soy más que una rama, me gustaría cobrar Seguridad Social!". ¡Y las especies! ¿Es ese árbol un abeto o un chopo? ¿O una sequoia gigante? No, me temo que es un olmo majestuoso y que una vez más has hecho el asno. Naturalmente, reconocerías todos los árboles en un momento si fueses una criatura de la naturaleza como el pájaro carpintero, pero entonces sería demasiado tarde y no conseguirías poner en marcha el coche.

Pero ¿por qué un árbol resulta más deleitable que, digamos, un riachuelo murmurador? ¿O cualquier cosa que murmure, en cuanto tal? Porque su magnifica existencia es testimonio mudo de una inteligencia infinitamente mayor que ninguna otra cosa de la tierra, ciertamente en la actual Administración. Como el poeta dice "Sólo Dios puede crear un árbol"... probablemente porque se hace muy cuesta arriba imaginar cómo se le podría poner la corteza.

En cierta ocasión un leñador se disponía a cortar un árbol, cuando descubrió un corazón grabado en la corteza, con dos nombres en el interior. Tirando el hacha, aserro el tronco en cambio. El quid de esta historia se me escapa, aunque seis meses más tarde el leñador fue multado por enseñarle la numeración romana a un liliputiense. 




Sobre la juventud y la vejez.

La medida auténtica de la madurez no reside en la edad de una persona, sino en cómo reacciona a la primavera en la zona media de sus calzoncillos. ¿Que importancia tienen los años, sobre todo si tu apartamento es de renta limitada? Lo que hay que tener presente es que cada época de la vida ofrece sus propias satisfacciones, mientras que si estás muerto es difícil encontrar el interruptor de la luz. El problema principal que plantea la muerte, inherentemente, es el temor de que pueda no haber otra vida... un pensamiento deprimente, en particular para aquellos que se han molestado en afeitarse. Asimismo, puede darse el temor de que exista otra vida, pero que nadie sepa dónde se ha metido. En el aspecto positivo, la muerte es una de las pocas cosas que pueden efectuarse estando cómodamente tumbado.

Consideremos, pues: ¿es realmente tan terrible la ancianidad? ¡No. si te has cepillado los dientes con energía! ¿Y por qué no hay tope en el furioso asalto de los años? ¿O un buen hotel por el centro de Indianápolis? Oh, vamos.

En resumen, lo mejor que se puede hacer es comportarse de modo acorde con la propia edad. Si tienes dieciséis años o menos, procura no quedarte calvo. En el extremo opuesto, si pasas de los ochenta, no hay nada tan bueno para mantenerse en forma como bajar la calle arrastrando los pies con una bolsa de papel marrón y murmurar "El Kaiser me robará el string". Recordadlo, todo es relativo... o debiera serlo. Si no lo es, tendremos que empezar de nuevo.




Sobre la frugalidad.

Mientras uno pasa por la vida, es extremadamente importante conservar el capital, y no se debe gastar el dinero en simplezas, como licor de pera o un sombrero de oro macizo. El dinero no lo es todo, pero es mejor que la salud. A fin de cuentas, no se puede ir a la carnicería y decirle al carnicero: "Mira qué moreno estoy, y además no me resfrió nunca", y suponer que va a regalarte su mercancía. (A menos, naturalmente, que el carnicero sea un idiota.) El dinero es mejor que la pobreza, aunque sólo sea por razones financieras. No es que con él se pueda comprar la felicidad. Tomad el caso de la hormiga y la cigarra: la cigarra se divirtió todo el verano, mientras que la hormiga trabajaba y ahorraba. Cuando llegó el invierno, la cigarra no tenía nada, pero la hormiga se quejaba de dolores en el pecho. La vida es dura para los insectos. Y no creáis que los ratones se lo pasan muy bien tampoco. La cuestión es que todos necesitamos un nido en el que refugiarnos, pero no mientras se lleve un traje bueno.

Para terminar, tengamos presente que es más fácil gastar dos dólares que ahorrar uno. Y por el amor de Dios no invirtáis dinero con ninguna agencia de bolsa en la que uno de los socios se llame Casanova.




Sobre el amor.

¿Es mejor ser el amante que el amado? Ninguna de las dos cosas, si tu índice de colesterol sobrepasa de 600. Por amor, naturalmente, entiendo el amor romántico... el amor entre el hombre y la mujer, antes que el que existe entre madre e hijo, o entre un niño y su perro, o entre dos jefes de personal.

Lo asombroso es que cuando uno está enamorado experimente un impulso de cantar. Hay que resistirlo a toda costa, y debe procurarse también que el macho ardiente no "recite" las letras de las canciones. Ser amado, ciertamente, es distinto de ser admirado, como se puede admirar a uno de lejos, pero para amar realmente a alguien resulta esencial estar en la misma habitación con la persona, abrazándose debajo de las sábanas.

Para ser un amante realmente bueno, por lo tanto, uno tiene que ser fuerte y, sin embargo, suave, ¿Fuerte hasta qué punto? Supongo que con ser capaz de levantar veinte kilos basta. Téngase presente también que para el amante la amada es siempre el más bello objeto imaginable, si bien para un extraño resultará indistinguible de cualquier variedad de salmónidos. La belleza está en el ojo del observador. En el caso de que el observador sea corto de vista, deberá preguntar a la persona más cercana qué chicas son bien parecidas. (De hecho, las más lindas resultan casi siempre las más aburridas, y ese es el porqué de que ciertas personas no crean en Dios.)

"Las alegrías del amor sólo un instante duran", cantó el trovador, "pero las penas del amor siempre perduran". Esta fue casi una canción del verano, pero la melodía se parece demasiado a la de "Yankee Doodle Dandy".




Sobre retozar por los arbustos y recoger violetas.

Eso no tiene nada de divertido y recomendaría cualquier otro tipo de actividad. Procura visitar a un amigo enfermo. En el caso de que sea imposible, vé un espectáculo o metete en una bañera caliente para leer. Cualquier cosa es mejor que retozar por los arbustos con una de esas sonrisas estúpidas y metiendo flores en una cesta. Cuando te quieras dar cuenta, estarás dando brincos de un lado para otro. ¿Y en cualquier caso, qué vas a hacer con las violetas una vez recogidas? "Bueno, ponerlas en un florero", me dirás. Vaya una respuesta tonta. En lo sucesivo llamas a la florista y las encargas por teléfono. Que retoce ella por los arbustos, para eso se le paga. De este modo, si estalla una tormenta eléctrica o rueda por el suelo un panal de abejas, será la florista la que sea arrastrada al monte Sinai.

De lo anterior no deduzcas, consecuentemente, que soy insensible a los goces de la naturaleza, aunque he llegado a la conclusión de que como puro esparcimiento no hay nada como pasar cuarenta y ocho horas en la Ciudad de Gomaespuma Foam a mitad de agosto. Pero esto ya es otra historia.


Extraído de "Sin plumas" de Woody Allen, Cuadernos ínfimos 71, Editorial Tusquets, octubre 1978.


jueves, 17 de mayo de 2018

Actuaciones de Woody en sus comienzos.



Una vez, va y me secuestran. Estaba parado delante de la escuela cuando de pronto llega un coche negro, bajan dos tipos y me preguntan si quiero ir con ellos a un país donde todo son hadas y duendes y podré tener todos los tebeos que quiera, y bombones de chocolate, y golosinas, ya saben. Y yo les dije que sí. Entonces subí al coche con ellos, porque pensé, qué diablos, este fin de semana tampoco tengo nada que hacer. Así que se me llevan y envían a mis padres una nota de rescate. Pero resulta que mi padre tiene malos hábitos de lectura, y aquella noche se acostó con la nota de rescate y se quedó dormido antes de terminarla. Entretanto, me llevan a Nueva Jersey maniatado y amordazado. Cuando mis padres comprenden por fin que estoy secuestrado, pasan a la acción de inmediato: alquilan mi habitación. La nota de rescate dice que mi padre debe dejar mil dólares dentro de un árbol hueco en Nueva Jersey. Reunir los mil dólares no le costó nada, pero al cargar el árbol hueco hasta Nueva Jersey se hernió.
El FBI rodea la casa. "Soltad al chico -exigen-, dadnos las pistolas y salid con las manos en alto." Los secuestradores contestan: "Soltaremos al chico, pero dejad que nos quedemos las pistolas y que subamos al coche." El FBI dice: "Soltad al chico y subid al coche, pero dadnos las pistolas." Los secuestradores insisten: "Soltaremos al chico, pero dejadnos quedar con las pistolas, no necesitamos el coche." El FBI contesta: "Quedaos con el chico.. ." Esperen un momento, creo que aquí he metido la pata. El FBI decide utilizar gases lacrimógenos. Pero no tienen gases lacrimógenos, de manera que varios de los agentes empiezan a interpretar la escena de la muerte de Camille. Con los ojos arrasados de lágrimas, mis secuestradores se rinden. Los condenan a quince años de trabajos forzados, pero doce de ellos se fugan, unidos por una larga cadena sujeta a los tobillos, haciéndose pasar por una gigantesca pulsera de amuletos.



Disculpen un momento, pero es que debo comprobar la hora. Aquí son muy puntillosos respecto a la hora, y, por lo que oigo ahí detrás, parece que el conjunto ya ha comenzado a preparar sus instrumentos. » (Contempla el reloj y lo levanta en alto, como para que lo vieran los 1.200 espectadores). «No sé si ustedes lo verán, pero es un reloj muy elegante.» Se lo acerca a la cara y lo examina con atención. «Tiene incrustaciones de mármol. Creo que me da un aire italiano.» Una pausa. «Me lo dio mi abuelo en su lecho de muerte. Y muy bien de precio.»


Y ahora viene una historia que les parecerá increíble. Una vez cacé un alce. Me fui de cacería a los bosques del estado de Nueva York y cacé un alce. Así que lo aseguré sobre el parachoques de mi automóvil y emprendí el regreso a casa por la carretera de West Side. Pero lo que yo no sabía es que la bala no le había penetrado en la cabeza; sólo le había rozado el cráneo y lo había dejado inconsciente. Y justo cuando estaba cruzando el túnel de Holland, el alce se despertó. Así que estaba conduciendo con un alce vivo en el parachoques, y el alce hizo señal de girar. Y en el estado de Nueva York hay una ley que prohíbe llevar un alce vivo en el parachoques los martes, los jueves y los sábados. Me entró un miedo tremendo. Y de pronto lo recordé: unos amigos míos celebraban una fiesta de disfraces. Iré allí, me dije. Llevaré el alce. 



Me desprenderé de él en la fiesta. Ya no será responsabilidad mía. Así que me dirigí a la casa de la fiesta y llamé a la puerta. El alce estaba a mi lado. Cuando el anfitrión abrió, lo saludé: "Hola, ya conoces a los Solomon. " Entramos. El alce se incorporó a la fiesta. Le fue muy bien. Ligó y todo. Un tipo se pasó una hora y media tratando de venderle un seguro. Dieron las doce de la noche, y empezaron a repartir los premios a los mejores disfraces. El primer premio fue para los Berkowitz, un matrimonio disfrazado de alce. El alce quedó segundo. ¡Eso le sentó fatal! El alce y los Berkowitz cruzaron sus astas en la sala de estar, y quedaron todos inconscientes. Yo me dije: Ésta es la mía. Me llevé el alce, lo até sobre el parachoques y salí pitando hacia el bosque. Pero me había llevado a los Berkowitz. Así que estaba conduciendo con una pareja de judíos en el parachoques. Y en el estado de Nueva York hay una ley que, los martes, los jueves y muy especialmente los sábados... A la mañana siguiente, los Berkowitz despertaron en pleno bosque disfrazados de alce. Al señor Berkowitz le dieron caza, lo disecaron y lo colocaron como trofeo en el Club Atlético de Nueva York. Pero les salió el tiro por la culata, porque es un club donde no se admiten judíos.




Fuente: arrebatodecineoriginal.blogspot.com.ar/search?q=Woody+Allen


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cineramaideal.blogspot.com

jueves, 10 de septiembre de 2015

Woody escribe sobre Ingmar Bergman.




Vida de un genio.

Por Woody Allen(*)

¡La voz del genio! "Día tras día me llevaban o me arrastraban, gritando de angustia, al colegio. Vomitaba encima de cualquier cosa, desfallecía y perdía el sentido del equilibrio." Sobre su madre: "Intenté abrazarla y besarla, pero me apartó con una bofetada." Sobre su padre: "Las palizas brutales eran su argumento favorito." "Me pegó, y yo le devolví el golpe. Se tambaleó, y acabó sentado en el suelo." "Llevaron a mi padre al hospital, para operarle de un tumor maligno en el esófago. Mi madre quería que yo fuese a visitarle. Le contesté que no tenía tiempo ni ganas." Sobre su hermano: "Mi hermano tenía escarlatina... (naturalmente, yo esperaba que se muriera. La enfermedad era peligrosa en aquellos días)." "Cuando mi hermano abrió la puerta, le golpeé con la garrafa en la cabeza. La garrafa se hizo añicos y mi hermano se desplomó mientras la sangre manaba de la herida. Alrededor de un mes más tarde, me agredió sin previo aviso, y me saltó dos dientes. Respondí pegándole fuego a la cama mientras dormía." Sobre su hermana: "Mi hermano mayor y yo, normalmente enemigos mortales, hacíamos las paces y tramábamos planes para asesinar a ese diablillo repulsivo." Sobre él mismo: "Una o dos veces en mi vida he acariciado la idea de suicidarme."

Un entorno religioso: "La mayor parte de nuestra educación se basaba en conceptos tales como el pecado, la confesión, el castigo, el perdón y la gracia. Este hecho bien pudo contribuir a nuestra sorprendente aceptación del nazismo." Y finalmente, una evaluación de la vida: "Se nace sin objeto, se vive sin sentido... Y al morir, no queda nada."




Con esos antecedentes uno tiene que ser un genio. O eso, o hacer muecas en una celda cerrada a cal y canto y con paredes almohadillas con cargo al Estado. No me inspiraban motivos precisamente nobles cuando vi mi primera película de Ingmar Bergman. Los hechos fueron así: yo era un adolescente que vivía en Brooklyn, y corrió la voz de que iban a dar en un cine del barrio una película sueca, donde una muchacha se bañaba completamente desnuda. Raras veces he pasado la noche en la calle para ser el primero en la cola de una película, pero cuando Un verano con Mónica se estrenó en el cine Jewel, en Flatbush, un chico pelirrojo con gafas de negra montura fue visto atropellando a ciudadanos respetables en su afán por conseguir la butaca más selecta y discreta.

Yo no sabía quién era el director de la película, ni me importaba, ni tenía sensibilidad entonces para apreciar su fuerza: la ironía, las tensiones, el estilo expresionista alemán con su poética fotografía en blanco y negro y los toques eróticos sadomasoquistas. Yo salí pensando únicamente en el momento en que Harriet Andersson se quita la ropa, y aunque era mi primer contacto con un director que acabaría considerando con fervor como el mejor de todos, no lo comprendí entonces. Hasta que unos pocos años más tarde, en busca de algo más estimulante que una tarde de minigolf, la chica con que me había citado y yo fuimos paseando para ver una película titulada Noche de circo. Yo era un poco mayor y empezaba a sentir un más amplio interés por el cine, y la experiencia fue decididamente más profunda esta vez. El sentido alemán seguía siendo su influencia principal y había una paliza tremenda, sádica en el clímax; aunque el argumento no estaba del todo centrado, la película había sido dirigida con tan inmenso talento, que estuve en vilo en mi butaca hora y media, con los ojos como platos. Realmente, la secuencia en la que Frost, el payaso, va a buscar a su casquivana esposa, que chapotea desnuda en el agua para divertir a unos cuantos soldados, era tan magistral en su planificación, ritmo de montaje e inspirada evocación de la humillación y el dolor, que había que retroceder hasta Eisenstein para hallar una fuerza cinematográfica comparable. Esta vez, desde luego, anoté el nombre del director, que era sueco y que, como me pasaba siempre entonces, archivé y olvidé.


Hasta fines de los cincuenta, cuando llevé a la que era mi mujer entonces a ver una película muy comentada y con el título no muy prometedor de Wild Strawberries (Fresas silvestres) no comenzó lo que se convertiría en una adicción de por vida a las películas de Ingmar Bergman. Todavía me acuerdo que la vi con la boca seca y el corazón latiendo con fuerza desde la primera y misteriosa secuencia inicial del sueño hasta el sereno primer plano final. ¿Quién podría olvidar tales imágenes? El reloj sin agujas. El carruaje tirado por un caballo que se atasca. El sol cegador y el rostro del viejo arrastrado al ataúd por su propio cadáver. Evidentemente, había ahí un maestro con un estilo inspirado y personal; un artista de profunda inquietud e intelecto, cuyas películas se revelarían a la altura de la gran literatura europea. Poco después vi El mago, una audaz dramatización en blanco y negro de ciertas ideas de Kierkegaard presentadas como un cuento de ocultismo, potenciadas por una cámara hipnótica, original, cuyo estilo hallaría su crescendo años más tarde en la onírica Gritos y susurros. La referencia a Kierkegaard no acarrea que la película sea árida o didáctica en exceso. Tengan la plena seguridad, por favor, de que El mago, como la mayoría de las películas de Bergman, posee un brillante sentido del espectáculo.

Porque, además de todo eso –y quizá lo más importante– Bergman sabe entretener, es un gran narrador de historias que jamás pierde de vista un hecho: sean cuales fueren las ideas que desea comunicar, las películas tienen que emocionar al público. Su teatralidad es realmente inspirada, e imaginativo su empleo de la iluminación gótica, pasada de moda, y las elegantes composiciones. El exagerado surrealismo de sueño y símbolos, el montaje inicial de Persona, la cena de La hora del lobo, y en La pasión de Ana, el descaro de parar a intervalos el absorbente relato, para que los actores expliquen al público lo que intentan expresar, constituyen momentos de gran espectáculo.



El séptimo sello fue siempre mi película favorita, y me acuerdo de cuando la vi, con no mucho público, en el viejo cine New Yorker. ¿Quién podría imaginar que un tema semejante pudiese proporcionar una tan agradable experiencia? Si tuviese que explicar el argumento, para convencer a un amigo de que la viese conmigo, ¿qué podría yo decir? "Bueno, transcurre en una Suecia medieval azotada por la peste y explora los límites de la fe y de la razón a partir de conceptos filosóficos daneses y hasta cierto punto alemanes." Eso no guarda gran relación con lo que se entiende por pasar un rato divertido, pero está todo contado con imaginación, suspenso y olfato tan pasmosos, que uno se queda clavado como un niño oyendo un desgarrador cuento de hadas. La negra silueta de la Muerte aparece de pronto en una playa, y el Caballero de la Razón la desafía a una partida de ajedrez, intentando ganar tiempo y descubrir algún sentido en la vida. La fábula arranca y se despliega con siniestra inevitabilidad. ¡Y las imágenes, una vez más, quitan el aliento! Los flagelantes, la quema de la bruja (digna de Carl Dreyer), y el final, con la Muerte que conduce el baile de los condenados al infierno, en uno de los planos más memorables de todos los tiempos.

Bergman es prolífico, y las películas que siguieron a sus primeras obras han sido ricas y variadas, según sus obsesiones se desplazaron del silencio de Dios a las torturadas relaciones de almas llenas de angustia que tratan de comprender sus sentimientos. (En realidad, las películas descritas no son exactamente sus primeras, sino obras medias, porque había dirigido algunas películas, desconocidas hasta que su estilo y reputación fueron generalmente reconocidos. Estas primeras películas son muy buenas, pero sorprendentemente convencionales, sabiendo adónde irían a parar.) En los cincuenta había asimilado sus influencias, al tiempo que su genio se afirmaba. Los alemanes todavía le impresionaban. Yo veo a Fritz Lang en su obra, y a Carl Dreyer, el danés. Y también a Chéjov, Strindberg y Kafka.



Yo divido sus películas entre las que son sencillamente soberbias ( Detrás de un vidrio oscuro, Luz de invierno, El silencio, La fuente de la doncella, La pasión de Ana, por citar algunas) y las obras maestras verdaderamente notables (Persona, Gritos y susurros y Escenas de la vida conyugal), junto con otras que había visto antes. Hay también películas atípicas como Vergüenza y Fanny y Alexander, que proporcionan sus propios placeres particulares, e incluso algún traspié ocasional como El huevo de la serpiente o Cara a cara.

Pero hasta en los experimentos menos afortunados de Bergman hay instantes memorables. Ejemplos: el sonido de una sierra fuera de la ventana durante una escena íntima entre los amantes adúlteros en El toque, y el momento en que Ingrid Bergman enseña a su patética hija cómo debe interpretarse al piano cierto preludio en Sonata de otoño. Sus fracasos son con frecuencia más interesantes que los logros de otros. Y pienso ahora en De la vida de las marionetas y Después del ensayo.


 


Una digresión sobre el estilo. El ámbito predominante en las películas acostumbraba a ser el mundo físico, externo. Sin duda, así ha sido durante años. Ahí están las películas cómicas y los westerns, y las películas de guerra, y las de persecución, y las películas de gángsters, y las películas musicales, para atestiguarlo. Pero, al afirmarse la revolución freudiana, sin embargo, el ámbito más fascinante del cine derivó hacia lo interior, y las películas se encontraron con un problema. La psique no es visible. ¿Y qué hay que hacer cuando las batallas más interesantes se libran en el corazón y en la mente? Bergman desarrolló un estilo para abordar el interior del hombre, y es el único director que ha explorado los campos de batalla del alma hasta el último confín. Impunemente, ha escrutado con su cámara los rostros hasta perder la conciencia del tiempo, mientras sus actores y actrices lidiaban con su propia angustia. Y veías grandes interpretaciones en tremendos primeros planos que duraban mucho más tiempo del que los libros de texto consideran conveniente para el arte del cine. Los rostros lo son todo para Bergman. Primeros planos. Más primeros planos. Extremados primeros planos. Creó sueños y fantasías, para combinarlos con tanta delicadeza con la realidad, que gradualmente un cierto sentido de la interioridad humana salió a la superficie. Y empleó enormes silencios con increíble eficacia. El territorio de las películas de Bergman es diferente del de sus contemporáneos. Hace juego con las playas desoladas de la isla rocosa donde habita. Ha encontrado un medio para mostrar el paisaje del alma. (Ha dicho que ve el alma como una membrana, una membrana roja, y así la mostró en Gritos y susurros.) Al rechazar la norma de acción convencional establecida en el cine, ha permitido que en el interior de los personajes bramen guerras tan agudamente visuales como los movimientos de un ejército. Vean Persona.

Por si esto fuera poco, damas y caballeros, Bergman es un director barato. Es rápido, sus películas cuestan poco, y su minúscula banda de colaboradores es capaz de completar una verdadera obra de arte en la mitad del tiempo y por una décima parte del dinero que muchos dilapidarían en un suntuoso desperdicio de celuloide. Y, además, escribe los guiones él solito. ¿Qué más se puede pedir? Significado, profundidad, estilo, imágenes, belleza visual, tensión, instinto narrativo, rapidez, economía, fecundidad, innovación, una dirección de actores sin par. A todo eso me refiero cuando digo que es el mejor. Tal vez otros directores le superan en áreas aisladas, pero nadie es un artista tan competo como él.

De acuerdo, volvamos a Linterna mágica, su libro. Habla mucho de problemas del estómago. Pero es interesante. Es informal, anecdótico. No es cronológico, como se supone que debería ser la historia de la vida de uno. No se monta una saga acerca de cómo empezó y, poco a poco, dominó el teatro y el cine de Suecia. La narración da saltos, hacia delante y hacia atrás, aparentemente a capricho de la inspiración del autor. Contiene extrañas anécdotas y sentimientos tristes. Una extraña anécdota: de niño se quedó encerrado en un depósito de cadáveres, donde le fascinó el cuerpo desnudo de una muchacha. Un sentimiento triste: "Mi mujer y yo vivimos muy próximos. Uno de los dos piensa, y el otro responde, o al revés. No sé cómo definir nuestra afinidad. Pero un problema es insoluble. Algún día un golpe caerá para separarnos. Y ningún dios afable nos convertirá en árboles que den sombra a la granja." Omite cosas que uno creía que iba a considerar. Sus películas, por ejemplo. Bueno, tal vez no las omita exactamente, pero dice mucho menos de lo que cabía esperar, considerando que ha hecho más de cuarenta. Tampoco se habla mucho de sus esposas en este libro. Las ha tenido en abundancia. (Y montones de hijos también, aunque apenas se les mencione.) Entre ellas está Liv Ullmann, que vivió años a su lado, fue la madre de unos de sus hijos, y una gran estrella en sus películas. Tampoco se dice mucho sobre los actores y las actrices de sus películas.



¿Y qué hay entonces? Pues hay muchas revelaciones apasionantes, pero sobre su infancia en la mayor parte. Y sobre su trabajo en el teatro. Detalle interesante, dibuja cada escena antes de ensayarla. Y hay un relato emocionante de cómo dirigía a Anders Ek, un actor en varias de sus películas, enfermo de leucemia y que utilizaba su miedo a la muerte próxima para interpretar un personaje de Strindberg. Bergman adora el teatro. Es su verdadera familia. De hecho, la cálida, entrañable familia de Fanny y Alexander nunca existió en la realidad, es un símbolo del teatro. (Eso no está en el libro. Pero lo sé.) Bergman habla también de sus enfermedades: "He padecido varias dolencias indefinibles, y no puedo decir a ciencia cierta si deseaba sobrevivir o no." Y sobre sus funciones corporales: "En todos los teatros donde he trabajado un cierto tiempo, he tenido siempre mi propio retrete."

Su crisis mayor también está aquí, el escándalo de los impuestos. Uno se queda hipnotizado leyendo su recuento. En 1976, Bergman fue groseramente sacado de un ensayo y llevado a la jefatura de policía para declarar sobre el dinero que debía al gobierno, porque su declaración era incorrecta. Eso es algo que puede pasar cuando uno recurre a un gestor, presume que él lo llevará todo estupenda y abiertamente, y descubre luego que, confiadamente, ha firmado papeles sin entenderlos, o siquiera leerlos. La cuestión está en que Bergman era inocente de la acusación de fraude premeditado, pero la hacienda sueca no evitó que las autoridades le trataran de forma desabrida y cerril. El resultado fue una depresión nerviosa, una hospitalización, y un exilio autoimpuesto en Alemania, entre sentimientos de rabia y profunda humillación.

En fin, la imagen que uno saca es la de una personalidad altamente emotiva, no fácilmente adaptable a la vida en este mundo frío y cruel, pero muy profesional y productiva, y desde luego un genio del arte dramático. A juzgar por la traducción, Bergman escribe muy bien y, con frecuencia, sus descripciones prenden y emocionan. Yo devoré cada página, pero no se me puede hacer demasiado caso, porque siento el mayor interés hacia este artista particular. Se me hace difícil creer que ha cumplido ya los setenta años. En su libro recuerda que, cuando tenía diez años, le regalaron una linterna mágica, que proyectaba sombras en la pared. Eso despertó en él una pasión amorosa por el cine, conmovedora en la intensidad de su sentimiento. Ahora que su fama es mundial y ya no hace más películas, escribe lo siguiente: "La butaca es cómoda, la habitación acogedora, se hace la oscuridad y las primeras imágenes tiemblan en la pantalla blanca. Todo está en calma, el proyector susurra débilmente en la insonorizada sala de proyección. Las sombras se mueven, vuelven sus rostros hacia mí, quieren que preste atención a sus destinos. Han pasado sesenta años, pero la emoción sigue siendo la misma."



(*)Tomado de La Jornada Semanal. Domingo 22 de junio de 2003. Num. 43


Publicado por Julio Diz en El Revisionista, el 5 de agosto de 2007

martes, 7 de abril de 2015

Los pergaminos.





Los estudiosos recordaran que hace varios años un pastor errante por el golfo de Aqaba tropezó con una cueva en la que había varias grandes jarras de arcilla y también dos entradas para el "Holiday on Ice". En el interior de las jarras se descubrieron seis rollos de pergamino con escritos antiguos e incomprensibles que el pastor, en su ignorancia, vendió al museo por 750.000 dólares cada uno. Dos años mas tarde las jarras aparecieron en una casa de empeños en Filadelfia. Un año más tarde el pastor apareció en una casa de empeños de Filadelfia y tampoco fue reclamado.

Los arqueólogos han situado en principio la fecha de los pergaminos hacia el año 4.000 a. de C., o justo después de la matanza de los israelitas por sus benefactores. La escritura es una mezcla de sumerio, arameo, y babilonio y parece obra o bien de un solo hombre durante un largo período de tiempo, o bien de varios hombres  que compartían el mismo traje. La autenticidad de los pergaminos es motivo actualmente de grandes dudas, sobre todo por cuanto la palabra "Oldsmobile" aparece varias veces en el texto, y los escasos pasajes que finalmente han podido ser traducidos versan sobre temas religiosos familiares de un modo más que dudoso. No obstante, el experto en excavaciones A.H. Bauer ha observado que si bien los pasajes parecen por completo fraudulentos, éste es probablemente el más importante hallazgo en la historia de la arqueología, si se exceptúa la recuperación de sus gemelos en una tumba de Jerusalén. Ofrecemos a continuación los pasajes traducidos.

Uno... Y el Señor hizo un pacto con Satanás para probar la lealtad de Job, le golpeó una vez en la cabeza y otra vez en la oreja y le hizo caer en una salsa espesa para hacer a Job pegajoso y vil y luego el Señor alquiló a una décima parte de los rebaños de Job, y Job exclamó:
-¿Por qué aniquilas a mis rebaños? Es muy duro conseguir rebaños. Ando ahora escaso de rebaños y no sé ni lo que son los rebaños.

Y el Señor sacó dos tablas de piedra y las rompió con un chasquido ante la nariz de Job. Y al ver esto la esposa de Job se puso a llorar  y el Señor envió un ángel misericordioso que ungió la cabeza de la mujer con una maza de polo y de las diez plagas el Señor mandó de la uno a la seis, ambas inclusive, y Job estaba dolorido y su esposa enojada y la mujer arrendó sus vestiduras y luego subió el alquiler, pero se negó a pintar.

Y pronto los pastos de Job se secaron y su lengua se le pegó al paladar de forma que no podía articular la palabra "olíbano" sin provocar grandes carcajadas.



Y en cierta ocasión el Señor, mientras enviaba calamidades a su fiel siervo, se acercó demasiado y Job le asió por el cuello, gritando:
-¡Ajá! ¡Ahora te tengo! ¿Por qué se las estás haciendo pasar moradas a Job, eh? ¿Eh? ¡Habla!

Y el Señor respondió:
-Ejem, mira... es mi cuello lo que estás agarrando. ¿Puedes soltarme?

Pero Job no tuvo compasión y replicó:
-Me iba muy bien hasta que Tú viniste. Tenía mirra e higueras en abundancia y una chaqueta de muchos colores con dos pares de pantalones de muchos colores. Ahora mira.

Y el Señor habló y su vos retumbó como un trueno:
-¿Yo, que he creado los cielos y la tierra, te he de dar cuenta de mis caminos a ti? ¿Qué has creado tú que así osas interrogarme?

-Respuesta denegada -contestó Job-. Y para ser omnipotente, permíteme que te lo diga, "tabernáculo" se escribe con una sola l.

Luego Job cayó de rodillas y gritó al Señor:
-Tuyo es el reino y el poder y la gloria. Has hecho un buen trabajo. No lo fastidies.

Dos... Y Abraham se despertó en la mitad de la noche y dijo a su único hijo Isaac:
-He tenido un sueño en el que la voz del Señor me ha ordenado que sacrifique a mi único hijo, así que ponte los pantalones.

E Isaac tembló y repuso:
-¿Y qué has hecho tú? Me refiero después de que El te presentase la papeleta.

-¿Y qué iba a decir? -contestó Abraham-. Estaba allí de pie a las dos de la madrugada y en ropa interior ante el Creador del Universo. ¿Qué querías que dijera?

-Bueno, ¿dijo El por qué desea que me sacrifiques? -preguntó Isaac a su padre.

Pero Abraham replicó:
-El creyente no hace preguntas. Vamos pues, que mañana me espera un día muy ajetreado.

Y Sarah, al escuchar los planes de Abraham, se irritó y dijo:
-¿Cómo sabes que era el Señor y no, pongo por caso,  ese amigo tuyo al que le gustan las bromas pesadas? Porque el Señor detesta las bromas pesadas y todo aquel que gaste una será entregado a sus enemigos, puedan éstos pagar los gastos de reembolso o no.


Y Abraham respondió:
-Porque yo sé que era el Señor. Era una voz profunda, resonante, bien modulada, y nadie en el desierto es capaz de retumbar de esta forma.

Y Sarah insistió:
-¿Y pretendes consumar ese acto insensato?

Pero Abraham repuso:
-Francamente, sí, porque poner en duda la palabra del Señor es una de las cosas peores que puede hacer un hombre, sobre todo estando como está la economía.

Y así llevo a Isaac a un cierto lugar y se dispuso a sacrificarle, pero en el último momento el Señor detuvo la mano de Abraham y dijo:
-¿Cómo puedes hacer semejante barbaridad?

Y Abraham contestó:
-Pero tú dijiste...
-No importa lo que Yo dijera -tronó el Señor-
¿Prestas oído a todas las ideas absurdas que se te ofrecen?

Y Abraham se sintió avergonzado.
-Ejem... no realmente... no.
-Te sugiero en broma que sacrifiques a Isaac y te falta tiempo para poner manos a la obra.

Y Abraham cayó de rodillas:
-Mira, nunca sé cuando hablas en broma.

Y el Señor estalló:
-No tiene sentido el humor. No puedo creerlo.
-Pero, ¿no prueba eso que te amo, que estaba dispuesto a entregarte a mi único hijo según tu capricho?

Y el Señor contestó:
-Eso prueba que algunos hombres obedecen cualquier orden por cretina que sea, mientras la formula una voz resonante y bien modulada.

Y con esto, el Señor ordenó a Abraham que se fuera a descansar y que volviese a despachar con El al día siguiente.

Tres... Y vino a ocurrir que un hombre que vendía camisas fue azotado por tiempos adversos. Ninguna de sus mercancías hallaba comprador ni él prosperaba. Y el hombre oraba y gemía:
-Señor, ¿por qué me haces sufrir de este modo? Todos mis enemigos venden  su género menos yo.
Y estamos en plena temporada. Mis camisas son buenas. Mira la calidad de este rayón. Conseguí cuellos abrochados, cuellos de fantasía, pero nada se vende. Y no obstante he observado tus mandamientos. ¿Por qué no podré yo ganarme la vida cuando mi hermano menor se está forrando con su pret-a-porter para niños?

Y el Señor escuchó al hombre y dijo:
-Acerca de tus camisas...
-Sí, Señor -exclamó el hombre, cayendo de rodillas.
-Ponles un cocodrilo en el bolsillo.
-¿Cómo dices, Señor?
-Haz lo que te estoy diciendo. No te arrepentirás.


Y el hombre cosió en todas sus camisas un pequeño símbolo que representaba a un cocodrilo y he aquí y a ojos vistas que su mercadería se vendió he improviso como rosquillas, y fue un gran regocijo, mientras que entre sus enemigos era el llanto y el crujir de dientes, y uno de ellos exclamó:

-El Señor es misericordioso. Me ha hecho yacer en verdes praderas. El problema es que ahora no sé cómo levantarme.

NORMAS Y PROVERBIOS

Practicar la abominación va en contra de la ley, particularmente si la abominación se practica mientras se come langosta.

El león y la gacela yacerán juntos, pero la gacela no dormirá muy bien.

Aquel que no perezca por la espada o por el hambre, perecerá por la peste, entonces ¿para qué afeitarse?

Los malvados de corazón probablemente sabran algo.

Aquel que ama la sabiduría es virtuoso, pero aquel que tiene comercio con un ave es fantástico.

¡Señor, Señor! ¿Qué has estado haciendo Tú, últimamente?


Extraido de Sin plumas, de Woody Allen, Tusquets editores, octubre 1978







miércoles, 21 de mayo de 2014

"Mere anarchy"

El nuevo libro de Woody Allen.
A principios del mes de junio de 2007 se editó en Estados Unidos un nuevo libro de Allen. Está compuesto por artículos publicados por él durante estos últimos años que tratan sobre arte, sexo, comida o crímenes. Aquí uno de los cuentos:
Errar es humano; flotar, divino
Al borde de la asfixia, con la vida entera desfilando ante mis ojos en una sucesión de viñetas melancólicas, me encontré hace unos meses bajo el tsunami de correo basura que cada mañana entra a raudales por el buzón de mi puerta después de los arenques del desayuno. Fue Grendel, nuestra wagneriana mujer de la limpieza, quien, al oir un ahogado falseto desde debajo de miles de invitaciones a ferias de arte, cuestaciones y fabulosos premios que me habían tocado, logró sacarme de allí con la ayuda del absorbeinsectos.
Mientras archivaba el correo entrante en la trituradora de papel por riguroso orden alfabético, advertí, entre el sinfín de catálogos que anunciaban de todo, desde comederos para pájaros hasta reparto mensual de drupas y hesperidios, una pequeña publicación no solicitada con el título de “Mezcla mágica”. A todas luces dirigida al mercado new age, sus artículos cubrían un amplio abanico de temas, desde el poder de los cristales hasta la sanación holística y las vibraciones psíquicas, e incluía consejos prácticos sobre cómo conseguir eneregía espiritual, sobre cómo vencer el estrés mediante el amor, y sobre exactamente dónde ir y que formularios llenar para reencarnarse. Los anuncios, que parecían meticulosamente confeccionados para protegerse de los descontentos de la Brigada contra el Timo, gente poco razonable, ofrecían Ionizadores Terapéuticos, Vórtices Energéticos para el agua del grifo y un producto llamado Grobust Herbal concebido para potenciar, desde el punto de vista volumétrico, los melones de las señoras. Tampoco escaseaba la asesoría psíquica, brindada por especialistas tan variopintos como una “intuitiva y espiritual” mujer que contrastaba sus percepciones con un “consorcio de ángeles llamado Consorcio Siete”, o como una tal Saalena -así se la conocía en el entorno estriptisero- que se ofrecía a “equilibrar tu energía, despertar tu ADN y atraer la abundancia”. Naturalmente, despúes de todos estos viajes de estudio al centro del alma, lo propio era solicitar ciertos emolumentos para sellos o cualquier otro gasto en que el gurú pudiese haber incurrido en otra vida. Ahora bien, el personaje más llamativo de todos era sin discusión la “fundadora y guía divina del Movimiento de la Ascensión de Hathor en el Planeta Tierra”. Conocida entre sus fieles como Gabrielle Hathor -diosa autoproclamada que, según su redactor publicitario, era “la plenitud de los orígenes encarnada en una forma humana”-, este ícono de la Costa Oeste nos aseguraba: “Se está produciendo una aceleración en la respuesta kármica… La Tierra ha entrado en un invierno espiritual que durará 426.000 años terrestres.” Consciente de lo crudo que puede ser un largo invierno, la señorita Hathor había impulsado un movimiento para enseñar a los seres a ascender a “dimensiones de más alta frecuencia,” dimensiones en las que, en teoría, podían salir más por ahí e incluso jugar un poco al golf.


“Levitación, translocación instantánea, omnisciente, capacidad de materializarse y desmaterializarse, etcétera, pasan a formar parte con toda normalidad de las aptitudes del individuo,” prometía a los incautos el desmesurado palabrerío, declarando que, “desde estas dimensiones de frecuencia superior, el ser ascendido puede percibir las frecuencias inferiores, en tanto que aquellos situados en las frecuencias inferiores no pueden percibir las superiores.”
Se añaden unas fervorosas palabras de adhesión de un tal Pléyades MoonStar, nombre que me causaría no poca consternación si me enterase en el último momento que así se llama el cirujano que va a operarme del cerebro o el piloto del avión al que acabo de subir. Los acólitos de la señorita Hathor debían someterse a “un tratamiento de humillación”, parte de un método para disolver el ego y disparar las frecuencias. Los pagos en metálico no estaban bien vistos, pero por un poco de abyecta lealtad y trabajo productivo uno podía conseguir una cama y un plato de judías chinas orgánicas mientras adquiría conocimiento o lo perdía.
Traigo todo esto a colación porque más tarde ese día salía de Hammacher Schlemmer, harto de la compulsiva obsesión por gastar y de la indecisión entre comprar una prensa-pato computarizada o la guillotina portátil más afamada mundialmente. Cuando tropecé como el Titanic contra un viejo iceberg que había conocido en el colegio, Max Endorphine. Regordete en la mitad de la vida, con los ojos de bacalao y usando un tupé relleno con suficiente pelaje como para crear un trompe l’oeil pompadour, bombeó mi mano y se lanzó sumergiéndose en cuentos de su reciente buena fortuna.
- Que te puedo decir, galán. La pegué en grande. Entré en contacto con mi yo espiritual interior, y de ahí en adelnate fue la Ciudad de la Abundancia.
– ¿Puedes elaborarlo? -Inquirí, notando por primera vez su elegante y de tamaño tumor avanzado anillo rosado-.
- Creo que no he estado refunfuñando con alguien en una baja frecuencia, pero desde que fuimos para atrás…
– ¿Frecuencia?
– Estoy hablando de dimensiones. Aquellos de nosotros en los altos octavos estamos alertas para no malgastar iones saludables en mortales trogloditas entre los cuales tu calificas. No te ofendas. No es que no estudiemos las bajas formas, gracias a Leeuwenhoek, si entiendes lo que te quiero decir.
De repente, con el instinto de un halcón por su presa, Endorphine dio vuelta su cabeza hacia una rubia piernas largas en micro-minifalda que se esforzaba tratando de localizar un taxi.
– Mira la aparición con el berrinche state-of-the-art -dijo, con sus glándulas salivales hacia tercera base-.
– Debe ser un doblez del centro -lancé sintiendo un repentino ataque de calor-, mirando su blusa a través del cual se veía todo-.
– Mira esto -dijo Endorphine, mientras hacía una respiración profunda y se empezaba a alzar del suelo-. para mi asombro y el de Miss Julio estaba levitando un pie sobre la Calle Diecisiete frente a Hammacher Schlemmer. Buscando cables la joven cosita linda se dispuso a mirar el show de cerca.
– Ey, ¿cómo haces eso? -ronroneó ella-.
– Aquí. Aquí está mi dirección. -dijo Endorphine- Estaré en casa después de las ocho. Pásate. Te tendré levitando en poco tiempo.
– Yo llevaré el Petrus -ella murmuró, sentando la logística de su rendezvous en el abismo de la astucia y saludándolo con la cabeza mientras Endorphine bajaba al nivel del suelo.
– ¿Quién eres? -dije- ¿Houdini?
– Bien -suspiró benévolamente- …puesto que me digno a conversar contigo, igual te puedo decir todo lo planificado.” Luego hubo un audible pop y Endorphine se desvaneció. Contuve mi aliento y llevé la mano a mi boca abierta como una de las hermanas Gish asustada. Segundos después él reapareció contrito.
– Perdón olvidé que tu trasero no se puede desmaterializar y trasladar. Mi error. vamos al punto.
Todavía me estaba pellizcando cuando Endorphine comenzó su cuento.





- OK -dijo-. Volvamos seis meses atrás, cuando el pequeño hijo de la señora Endorphine, Max estaba en un sube y baja emocional sobre una serie de tribulaciones, las cuales si cuentas mi mal colocada boina, le ganaban a las de Job. Primero, esta galletita de la fortuna de Taiwan, que estaba tutelando en un hidraúlico anatómico de ocho a seis veces más grande que yo, para un aprendiz de hacedor de pasteles, luego fui demandado por el tono de varios presidentes muertos por cocinar mi Jaguar a través de un cuarto de lectura de ciencia cristiana. Agrega a eso a mi hijo único de un matrimonio-holocausto que abandonó la práctica de la ley para volverse ventrílocuo. Por eso aquí estoy, blue and funky, por una raison d’être, un centro espiritual como eso era. Cuando de repente, fuera del éter, salgo en esta publicidad en el último número de Vibes Illustrated. Una conexión tipo spa que te liposucciona tu mal karma, llevándote a una más alta frecuencia donde tu puedes por lo menos mantenerte balanceado sobre la naturaleza à la Fausto. Como regla yo soy muy cauto para picar en una treta como esa, pero cuando enganché que el CEO era una diosa en forma humana, y entonces me pregunté ¿qué puede salir mal? Y es sin cargo. Ellos no toman pasta. El sistema está basado en una variación de la esclavitud, pero como recompensa obtienes estos cristales que te dan poder y todo el mérito de San Juan que tú puedas trenzar. Ah, me olvidaba, ella te humilla. Pero es parte de la terapia. De esta forma sus privados llegaron a mi cama y añadieron una cola de asno a la parte de atrás de mis pantalones sin que yo lo supiera. Por supuesto fui carne de risa por un tiempo, pero déjame decirte que esto disolvió mi ego. De repente, me dí cuenta que había tenido vidas previas, primero como un burgomaestre y luego como el Anciano Lucas Cranach… o no, me olvidé quizá fuí el Niño. De cualquier forma, lo próximo que sé es que me desperté en mi cruda camilla y mi frecuencia estaba en la estratósfera. Tenía como este nimbus alrededor de mi occipucio y era omnisciente. Quiero decir, enseguida pegué el doble en Belmont y en una semana dibujaba nubes cada vez que aparecía en en Vellagio en Las Vegas. Si alguna vez no estoy seguro sobre un jaco o dónde acertar o pegar al blackjack, hay este consorcio de ángeles en el que me meto. Quiero decir sólo porque alguien tenga alas y esté hecho de ectoplasma no significa que no puedan anotar. Sintonízala.
Endorphine sacó varios paquetes tipo fardo de billetes de mil de cada bolsillo.
– Ops, discúlpame. Dijo manoteando para recuperar algunos rubíes que se habían caído de su chaqueta cuando projo la cornucopia con los verdes.
– ¿Y ella no obtiene ninguna remuneración por este servicio? Pregunté, con mi corazón elebándose como un halcón peregrino.
– Bueno, tu sabes, así es la cosa con estos avatares. Son todos grandes compinches.
Esa noche, despecho con tumulto de imprecaciones, más una rápida llamada de ella a la firma de Shmeikel and Sons para chequear si nuestro contrato pre-nupcial cubría la aparición repentina de dementia praecox mediante, me encontré escalando al oeste al Sublime Ascension Center con Su Divinidad en residencia, una visión en Frederick’s de Hollywood llamada Galaxie Sunstroke. Ofreciéndome entrar a la capilla que dominaba su complejo, una granja abandonada parecida curiosamente al ranch Spahn de Manson Iore, puso a un lado su tabla esméril y se puso cómoda en el diván.
Delirantemente genial ¿no? El título del libro en castellano será “Pura anarquía”.

Extraido de http://woodyallenweb.wordpress.com/y-demas/

domingo, 25 de agosto de 2013

Imperdible Woody Allen.






Citas

Es probable que ningún cómico, salvo Groucho, haya sido tan citado como Woody Allen. Graham McCann



Soy lo suficientemente feo y lo suficientemente bajo como para triunfar por mí mismo.

¡Qué equivocada estaba Emily Dickinson!. La esperanza no es esa cosa con plumas. La cosa con plumas ha resultado ser mi sobrino. Tengo que llevarle a un especialista en Zurich. (Sin plumas)

El sexo entre dos personas es una cosa hermosa; entre cinco es fantástico...

Sólo se vive una vez, pero una vez es más que suficiente si se hace bien.

Mis padres no solían pegarme; lo hicieron sólo una vez: empezaron en Febrero de 1940 y terminaron en Mayo del 43.

Hay dos tipos de personas: los buenos y los malos. Los buenos duermen bien, pero los malos parece que se lo pasan mejor cuando están despiertos.

Nietzsche dice que nosotros viviremos la misma vida nuevamente. Dios!, yo tendré que ver de nuevo a mi agente de seguros.

Puede el hombre conocer el universo?, Dios santo, no perderse en Chinatown ya es bastante difícil.

Trabajo de psiquiatra: actualmente estoy tratando a dos parejas de hermanos siameses que sufren de doble personalidad. Me pagan ocho personas. (Zelig)

El hombre consta de mente y cuerpo, pero el cuerpo es el único que se divierte. (La última noche de Boris Grouchenko)

El sexo es lo más divertido que he hecho sin sonreir. (Annie Hall)

El dinero no lo es todo, pero es mejor que la salud. A fin de cuentas, no se puede ir a la carnicería y decirle al carnicero: -Mira que moreno estoy, y además no me resfrío nunca; y suponer que va a regalarte su mercancía (A menos que el carnicero sea un idiota). (Sin plumas)

Me gusta leer pornografía en Braile. (Bananas)

Para tí soy ateo. Para Dios, soy la fiel oposición. (Recuerdos)

Téngase presente también que para el amante la amada es siempre el más bello objeto imaginable, si bien para un extraño resultará indistinguible de cualquier variedad de salmónidos. (Sin plumas)

Cuando escucho a Wagner durante más de media hora me entran unas ganas de invadir Polonia. (Misterioso asesinato en Manhattan)

Tú usas el sexo para expresar cualquier emoción menos amor. (Maridos y mujeres)

Métodos de desobedencia cívica:

Huelga de Hambre: en ella los oprimidos renuncian al alimento mientras no sean satisfechas sus exigencias. Los políticos solapados acostumbran a ponerles bizcochos al alcance de la mano o tal vez queso de cabra, pero hay que resistir. El problema que plantea la huelga de hambre es que al cabo de unos ciertos días se puede estar francamente hambriento, sobre todo cuando camiones con altavoces han sido pagados para desfilar anunciando -Um... que pollo!-. Una variante para aquellos cuyas convicciones políticas no sean tan radicales, es dejar de comer cebollinos.

Sentada: se efectúa el traslado al lugar previsto y se procede a sentarse, pero hay que estar sentado todo el tiempo. De otro modo, como se estaría es en cuclillas, postura que carece de significado político.

Manifestaciones: el aspecto clave de una manifestación es que tiene que ser visible. Si una persona se manifiesta con carácter privado en su domicilio no constituye técnicamente una manifestación, sino meramente una acción estúpida o comportarse como un asno. (Sin plumas)


Me divorcié de mi mujer porque me dejó por otra mujer. (Manhattan)

No creo en una vida posterior, pero por si acaso me he cambiado de ropa interior. (Sin plumas)

La diferencia entre la muerte y el sexo es que la muerte es algo que puede hacer uno solo y sin que nadie se ría después de tí.

Yo no quiero casarme, sólo quiero divorciarme. (La última noche de Boris Grouchenko)

La CIA no se la juega, parte de sus hombres luchan con el presidente y otros luchan contra él. (Bananas)

Para el ejército me declararon inutilísimo. Si hubiera una guerra yo sólo serviría de rehén. (Annie Hall)

El león y la gacela yacerán juntos, pero la gacela no dormirá muy bien. (Sin plumas)

Acabo de conocer a un hombre maravilloso; es de ficción, pero no se puede tener todo. (La rosa púrpura de El Cairo)

En Beverly Hills no tiran la basura, la convierten en televisión. (Annie Hall)

El dinero es mejor que la pobreza, aunque sólo sea por razones económicas.

No es que tenga miedo a morirme, es tan solo que no quiero estar allí cuando suceda. (Sin plumas)

Una relación es como un tiburón; tiene que estar continuamente avanzando o se muere. Y me parece que lo que aquí tenemos es un tiburón muerto. (Annie Hall)

Nunca debes matar a un hombre, sobre todo si eso significa quitarle la vida. (La última noche de Boris Grouchenko)

Hoy vi un crepúsculo rojo y gualda y pensé ¡Qué insignificante soy!. Naturalmente, también pensé eso ayer, y llovió. Me sentí asaltado por el odio hacia mí mismo, y proyecté de nuevo suicidarme... esta vez aspirando hondo cerca de un vendedor de seguros. (Sin plumas)

Él era tan duro y romántico como la ciudad que amaba. Tras sus gafas de montura negra se agazapaba el vibrante poder sexual de un jaguar. Nueva York era su ciudad y siempre lo sería. (Manhattan)

Lo asombroso de cuando uno está enamorado es que experimenta un impulso de cantar. Hay que resistirlo a toda costa, y debe procurarse también que el macho ardiente no recite las letras de las canciones. (Sin plumas)

Yo intento hacer con las mujeres lo que Einsenhover ha estado haciendo al país. (Annie Hall)

Nunca he tenido un orgasmo no adecuado. El peor orgasmo que tuve fue uno que me costó dinero. (Manhattan)

La última vez que estuve dentro de una mujer fue cuando visité la estatua de la Libertad. (Delitos y faltas)

Se suicidó, era el mayor intelectual que he conocido, y dejó una nota que decía "salgo por la ventana".

El aspecto positivo de la muerte es que es una de las pocas cosas que pueden efectuarse estando cómodamente tumbado. (Sin plumas)

Nunca había sido capaz de enamorarme, no había encontrado a la mujer perfecta; siempre había algo malo. Y entonces conocí a Doris, una mujer maravillosa, con una gran personalidad. Pero por alguna razón, no me atraía sexualmente, no me preguntes por qué. Luego conocí a Rita, un animal, indecente, problemática. Me encantaba irme a la cama con ella, pero después siempre deseaba volver con Doris. Entonces, pensé, si pudiera poner el cerebro de Doris en el cuerpo de Rita sería maravilloso. Y pensé, por qué no?. Así que preparé la operación y todo fue perfectamente, cambié las personalidades e hice a Rita una mujer ardiente, dulce, sexy, maravillosa, madura... Y me enamoré de Doris. (Recuerdos)

El sexo sin amor es una experiencia vacía. Pero como experiencia vacía es una de las mejores.

Yo fui expulsado del colegio por copiar en el examen de metafísica; miré en el alma del muchacho que se sentaba al lado de mí.

Mi psicoanalista me advirtió que no saliera contigo, pero eras tan guapa que cambié de psicoanalista. (Manhattan)

No quiero alcanzar la inmortalidad mediante mi trabajo, sino simplemente no muriendo.(La última noche de Boris Grouchenko)

La mayoría del tiempo no me divierto mucho. El resto del tiempo no proporciono ninguna diversión a los demás.

Las mujeres más lindas resultan casi siempre las más aburridas, y ese es el por qué de que ciertas personas no crean en Dios. (Sin plumas)

Todos los hombres son mortales. Sócrates era mortal. Por lo tanto, todos los hombres son Sócrates. Lo que significa que todos los hombres son homosexuales. (La última noche de Boris Grouchenko)

Un vendedor ambulante sigue su camino calle abajo vendiendo bollos calientes. Le atacan unos perros y se sube a un árbol. Para su desgracia, hay más perros en la copa del árbol. (Cómo acabar de una vez por todas con la cultura)

Te quiero contar una historia tremenda acerca de la anticoncepción oral: le dije a esa chica que si quería hacer el amor conmigo y me dijo que no.

Mi cerebro es mi segundo órgano favorito. (El dormilón)

Si Dios me hiciera una señal, como abrirme una buena cuenta en un banco suizo. ( La última noche de Boris Grouchenko)

Hay peores cosas en la vida que en la muerte. Si has pasado una tarde con un vendedor de seguros sabes a lo que me refiero.

Los estudiantes que logran la unidad no podrán luego salir por la puerta de clase.

No creo en las relaciones extramatrimoniales. La gente debería aparearse para siempre, como las palomas, o los católicos. (Manhattan)

Hoy soy una estrella. ¿Qué seré mañana? ¿Un agujero negro?.

¡Señor, Señor! ¿Qué has estado haciendo tú últimamente?. (Sin plumas)

No te metas con la masturbación. Es hacer el amor con alguien a quien yo quiero. - Audio (Annie Hall)

Yo sufría de incontinencia cuando era pequeño, y como solía dormir con una manta eléctrica, estaba continuamente electrocutándome. (Bananas)

¿Es sucio el sexo?. Únicamente si se hace bien.

 
 
Fuente: http://letrasyalgomas.foroes.net/t3027-imperdible-woody-allen
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