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Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de El Revisionista, Series de antología, y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

lunes, 4 de noviembre de 2019

Risas y más risas, 25

Extraído de Woody Allen 1
Un libro de humor
Editorial Nueva imagen, 1980




Woody o la risa que ayuda a olvidar.

Otro film de uno de los cómicos más exitosos del cine actual

En "Amor y muerte" (La última noche de Boris Grushenko) Woody Allen decía, mientras esperaba ser fusilado: "Todos los hombre mueren cuando llega su hora, pero yo soy diferente: tenían que fusilarme a las cinco pero moriré a las seis. Conseguí un buen abogado." En "El testaferro", por primera vez, el sofisticado Allen interpretará un papel que tras la sátira esconde un drama: el de un cajero de un bar que acepta dar su nombre como seudónimo para tres escritores de TV, incluidos en las "listas negras" del senador Joseph McCarthy.





 El testaferro, por primera vez, tratará de historiar uno de los periodos más discutidos en el mundo del espectáculo norteamericano. Entre 1947 y 1953 se estableció el llamado Comité de Actividades Antinorteamericanas, que presidia el senador Joseph McCarthy. Se inició entonces una "caza de brujas" que pasó a la historia americana con el nombre de "macartismo". Como acaba de decir Ernesto Sábato en sus Diálogos con Borges ("Cada vez que los teóricos invocan al hombre con H mayuscula hay que ponerse a temblar: o guillotinan a miles de hombres con minúscula, o los torturan en campos de concentración") el macartismo purgó el espectáculo como Robespierre a los girondinos. Para entender la democracia se cortó la cabeza a cientos de personas que hoy, a la distancia, ya reivindicadas, parece absurdo haberlas acusado de antinorteamericanas: Charles Chaplin, Arthur Miller (su obra "Las brujas de Salem" fue una acusación simbólica, apenas disimulada, al macartismo), John Garfield (cuya muerte sigue estando rodeada de misteriosos interrogantes), Aaron Copland, Lena Horne, Martín Ritt, Walter Bernstein y muchos más.

Precisamente Martin Ritt y Walter Bernstein son el director y el guionista de "El testaferro", y la
emprenden con el famoso Comité como ni siquiera Chaplin, en "Un rey en Nueva York" -filmada en el exilio de Suiza e Inglaterra- osó arremeter. Claro que los años pasan... y es más fácil ser valiente veinte años después.

Esto es lo que opina Woody Allen, quien resuelve ser decididamente cobarde: será un buen americano que tareará el himno nacional mientras agita los tragos que prepara en su coqueto bar. Pero, como él dice, "Los negocios son los negocios, y yo era judío antes que McCarthy fuera americano", y acepta dar su nombre a cambio del 10 % de las ganancias que obtengan tres famosos libretistas de TV que han sido prohibidos por sus actividades antidemocraticas (uno de ellos es el mismo Bernstein, autor de la idea, y el otro, aunque figura en la película con otro nombre, se supone que es Paddy Chayevsky, el famoso libretista, autor de "El décimo hombre". La tragedia del pobre cajero del bar, que como buen americano quiere ganar dinero, es que lo gana, y gana además una fama postiza que lo atormenta: "Porque si yo soy ellos y ello soy yo, yo soy bígamo varias veces. Además pediré el divorcio: Sally me engaña con yo, que soy ellos".

El humor genial de Woody Allen -un humor por el absurdo, al estilo del de Groucho Marx- tiene amplia posibilidad de explayarse en "El testaferro". "El sexo sin amor es una experiencia sin sentido, pero entre las experiencias sin sentido es la mejor", suele decir. Pero "El testaferro" no es un film cómico , 1953 -el año de la película es la época de Eisenhower, de Christine Jorgensen, de Joe Di Maggio, de los Rosenberg, de Corea. Los escritores de cine o TV que figuran en las "listas negras" inventaron su "frente secreto" y buscaban gente que por diez por ciento del pago prestaban su nombre para que los guiones pasaran la veda. Los acompañantes de Allen, Zero Mostel y Lloyd Gough, también figuraron en aquellas listas. De modo que, mitad en broma pero mucho más en serio, todos reviven  su propio drama.

Martin Ritt, actor, interdicto en 1951, entró a dirigir en el Actor's Studio; su primera película, "Cerco en la ciudad", es de 1957, Walter Bernstein, colaborador de "The New Yorker", guionista en 1940 de "Todos los hombre del rey", muy conocido en TV, fue prohibido en 1950 y tuvo que vender su producción a través de "El testaferro", Zero Mostel, un pintor convertido en comediante, apareció en "Pánico en las calles", de Elia Kazan, en 1950, y puesto en la "lista negra" tardó siete años en volver a Broadway con "Las noches de Ulises" y en lograr, en 1960, su gran éxito de "Rinoceronte", la obra de Eugene Ionesco sobre los colaboracionistas franceses durante la ocupación nazi.

Walter Bernstein, en una entrevista publicada en "The New York Time", declaró: "El punto dificil en "El testaferro" es que aunque hay muchas situaciones cómicas en la película, básicamente es un film serio, un cuento moral. Zero Mostel hace un papel muy emotivo, nada cómico, y Woody Allen aparece despojado de todos sus guiños, con pocas lineas verdaderamente cómicas". Sin embargo, la gracia de Allen supera el propósito del guionista: "Mejor reirse de todo aquello, ridiculizarlo, para que no vuelva a ocurrir". La situación cómica está dada porque el cajero del bar es iletrado, pero cuando logra la fama firmando libretos de otros, debe intervenir en debates de TV con gente notable y aceptar las citas de sus libros que le hace una despampanante secretaria. enamorada de él. "A pesar de esto", insiste Martin Ritt, "afirmo enfaticamente que no se trata de una comedia al estilo Mostel-Allen".

 
Extraído del Diario Clarín, domingo 7 de noviembre de 1976.


prenden con el

Imagen de Woody.


Caricatura de Morchoisne