Woody Allen: A Documentary,  de Robert B. Weide.  USA, 2012.

 
“Mi relación con la muerte sigue siendo la misma: estoy fuertemente en contra” Woody Allen, conferencia de prensa Conocerás al hombre de tus sueños (You Will Meet a Tall Dark Stranger, 2010), Festival de Cannes 2010





Directa o indirectamente todo fan de Woody Allen ha fantaseado alguna vez con un documental sobre el director neoyorkino. Todos deseamos encontrar una forma de homenajearlo y de agradecerle por todas las emociones que nos ha brindado con su vasta filmografía.
 
La obra de Robert B. Weide, Woody Allen: A Documentary, deja satisfechos a sus adeptos porque es un documental muy afectuoso, cálido, que intenta, en todo momento, acercarnos y entender al indiscutido genio Woody. Pero por otro lado, no profundiza demasiado en el análisis de su filmografía, ni tampoco en temas espinosos, como por ejemplo, el escándalo que vivió durante la separación de Mia Farrow.
 
En dos partes, que suman más de tres horas, Woody Allen: A Documentary nos mantiene entretenidos y no aburre para nada. Tiene, sin embargo, una estructura clásica dónde se van intercalando diferentes entrevistas (incluyendo también las realizadas a Woody Allen) con cortes de sus films, fotos de su niñez y referencias biográficas. Los testimonios son brindados por las personas más diversas: principalmente actores y actrices que trabajaron con él, pero también productores, directores de cine, miembros de su familia, profesores, críticos de cine, biógrafos y hasta un sacerdote.
 
En los primeros minutos, luego de meternos de lleno en la cotidianeidad de Allen, viéndolo en un hotel revisando sus ideas plasmadas en papelitos, Robert B. Weide hace una selección de testimonios donde distintas figuras aportan características del director. Esta introducción es un excelente resumen del film, y una forma muy hábil para mantenernos atentos con ganas de seguir viendo y conociendo más a Woody. Entre estos cortos comentarios, mi favorito es el de Martin Scorsese: “No todos tienen la capacidad de resistencia, no todo el mundo tiene la tenacidad, y no todo el mundo tiene mucho que decir”.
 
Luego se nos revelan historias de su familia y niñez, como por ejemplo que sus padres querían que fuera un farmacéutico y no estaban contentos con su participación en el mundo del espectáculo. Su nombre real es Allan Stewart Konigsberg, y su padre nunca dejó de llamarlo Allan. Dicho por el mismo Woody Allen: él siempre fue un niño feliz, hasta que a los cinco años se dio cuenta de su mortalidad y ahí su carácter cambió completamente.


Woody Allen un documental



Está muy bien explicado el proceso que derivó en el director de cine que conocemos todos. Su talento para escribir y su inagotable humor lo acompañaron desde muy joven, y ya de adolescente en la escuela secundaria comenzó a redactar bromas para los periódicos. En ese momento surgió el nombre Woody Allen y sus característicos anteojos. De forma muy natural lo fueron contratando para escribir en distintos programas cómicos de radio y televisión. A los diecisiete años ya era un escritor exitoso, y a partir de ese momento nunca le faltó trabajo. Gracias a sus primeros productores, Jack Rollins y Charles Joffe, se fue animando a actuar como comediante y no restringirse solamente al rol de escritor.

Luego de una experiencia negativa con el guión de ¿Qué tal, Pussycat? (What’s New Pussycat, Clive Donner, 1965), decidió que a partir de ese momento iba a dirigir él mismo todos los films que escribiera.

El documental hace hincapié en algo que sabemos, pero no nos detenemos a pensar. Woody Allen ha sido famoso durante cuarenta años, presentando un film por año sin interrupción. Algunos mejores, otros peores, siempre sus films tienen algo bueno para darnos. Su alta productividad es de otra era, en una entrevista se la compara con la de John Ford en los años treinta. El crítico y director F. X. Feeney concluye con optimismo que Woody Allen nos brindará un film por año hasta cumplir la edad de 105, considerando que su padre vivió 100 años y su madre 96.

Algunas excentricidades simpáticas, por ejemplo que Allen sigue escribiendo en una máquina de escribir que compró en su adolescencia. Para hacer copy & paste se vale de una tijera y una abrochadora.




También se explica bastante bien la relación que tiene con los actores. Todo actor desea trabajar con él, y cuando finalmente tienen la oportunidad, la responsabilidad es tan grande que indefectiblemente dan lo mejor de sí. Woody Allen también parece tratarlos siempre con mucho respeto, y su contacto es directamente con el actor y no a través de agentes. Si Woody está interesado en convocar a un actor, le envía una nota y el guion del film de forma secreta para que evalúe la propuesta. Ninguno de los actores entrevistados rechazó la oferta, la aceptaron, en cambio, como un sueño hecho realidad.

Un quiebre importante en su filmografía se dio cuando empezó a realizar dramas, después de haber hecho por años comedias, estrenando Interiores (Interiors, 1978), Manhattan (1979) y Recuerdos (Stardust Memories, 1980). En una entrevista explica que le atrae más el drama, pues lo ve indefectiblemente como algo más serio.





Otro punto de inflexión en su carrera fue conocer a Diane Keaton. Después de escribir siempre sus guiones bajo la mirada del hombre, comenzó a escribir desde la perspectiva de las mujeres. En La comedia sexual de una noche de verano (A Midsummer Night’s Sex Comedy, 1982), Mia Farrow comienza a participar en sus films. Ella muestra una versatilidad tan grande que Woody Allen comienza a escribir papeles muy diversos a medida de la actriz.
 
Quizás esperábamos un documental de alguien más cercano al director o de un peso más pesado del cine. Robert B. Weide ha filmado al momento una sola ficción (Nueva York para principiantes/How to Lose Friends & Alienate People, 2008), otros documentales sobre cómicos americanos, mayormente para la televisión, pero es más que nada conocido por su exitosa serie Larry David (Curb your Enthusiasm, 2000). De todas formas, el grado de confianza y comodidad que muestra Woody Allen en las entrevistas, y las intimidades que comparte, nos dan la tranquilidad de estar viendo una obra hecha de forma cuidadosa, minuciosa, respetuosa sin lugar a dudas y, además, entretenida.
 
 
Fuente: Portal El espectador imaginario, http://www.elespectadorimaginario.com/woody-allen-documentary/