Datos personales

Mi foto
Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de El Revisionista, Series de antología, y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.
Mostrando entradas con la etiqueta Las críticas a Woody. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Las críticas a Woody. Mostrar todas las entradas

martes, 22 de octubre de 2013

Woody Allen & su New Orleans Jazz Band.



Crítica por Richard S. Ginell
Jack Benny y Henny Youngman tocaban el violín, Morey Amsterdam el cello, Johnny Carson la batería. Pero Woody Allen ha llevado su clarinete más allá del sustento o hobby con sus famosos Monday night New York club gigs (ahora en el café Carlyle), un tour europeo y ahora uno en Estados Unidos. Ha hecho apariciones en Los Angeles antes, pero en el Jazz Bakery, no en el muchísimo más grande Royce Hall. Los curiosos llenaron la entrada al teatro este sábado a la noche para encontrar un tradicional septeto de jazz de New Orleans con su alabada celebridad como líder tocando en el punto justo.
Esta banda obviamente conoce el jazz de New Orleans con sus rutinas de solo y sus ensayadas cadencias de cierre junto con la soltura de los contrapuntos improvisados en la tradición de Crescent City.
Muchos de los componentes de la banda tienen curriculums impresionantes y la banda está conducida por el veterano maestro del olvidado arte del jazz banjo Eddy Davis que mantiene el ritmo brincando. Los solos fueron de calidad variable, aunque ocasionalmente ardían, particularmente con algún crepitante trabajo del trompetista australiano Simon Wettenhall y erupciones de imaginativos pasos de piano de el zambio Conal Fowkes.
El amplio repertorio cubrió un amplio espectro de antiguas composiciones con frecuentes incursiones en el gospel. Allen tocó en el estilo subiendo las notas, salpimentando sus pasajes con tiznaduras y otros elásticos efectos cómicos. Tuvo más suceso con las notas rápidas que en los registros altos.
Felizmente, Allen todavía tiene el entusiasmo de un amateur en el buen sentido. Cuando la banda volvió luego del final, Allen extendió la noche bastante más allá de los anunciados 90 minutos, notablemente alto tono tras tono, dando su mejor solo de la noche.
Al final, dijo una línea: “Pueden decir por ustedes mismos que es peor, si mis películas o mi ejecución del clarinete!!”.
Show del 16 de diciembre de 2006 en el Royce Hall, UCLA.
Integrantes del grupo: Woody Allen, Eddy Davis, Conal Fowkes, Simon Wettenhall, Jerry Zigmont, John Gill y Greg Cohen.


Fuente: http://woodyallenweb.wordpress.com/y-demas/

jueves, 10 de noviembre de 2011

Sí, la cosa funciona.


Por José Luis Caviaro, 19 de octubre de 2009



Todos los años acudo al cine, con gran ilusión, a ver lo nuevo de Woody Allen. Como ya sabeis, es uno de mis cineastas favoritos. Una de las ventajas de ser un fan del neoyorquino es que trabaja con una regularidad impresionante, así que no hay que esperar demasiado para ver su último trabajo. Claro que esto, paradójicamente, dota de una cierta irregularidad a su cine, pudiéndose uno encontrar con que un año entrega una película maravillosa, y al siguiente un entretenimiento pasajero. En todo caso, salvo alguna mala cosecha, el cineasta no suele caer bajo.
Precisamente, sentía especial interés por ver ‘Whatever Works’ para quitarme el mal sabor de boca que me dejó la que considero que es su peor obra, ‘Vicky Cristina Barcelona’, cuya mediocridad me dejó perplejo hace un año, planchado en la butaca. La primera vez que Woody Allen rodaba en España, sí, pero miremos lo que hizo cuando rodó en Londres… El cineasta debió revisar muy poco uno de sus peores guiones, y a los productores españoles les traería sin cuidado, pensando en lo que iba a recaudar una comedia donde Scarlett Johansson y Penélope Cruz se metían mano. En fin, un mal año. Desde hace una semana está en nuestros cines la siguiente, que afortunadamente es mucho mejor.
Decía Allen recientemente, mientras rodaba su nueva película (de nuevo en Londres), que nunca piensa en el título hasta que el trabajo ya está terminado, y ve el resultado completo. Entonces lo decide, según crea que es buena o mala, dando una pista al público, para que no se lleve un chasco. Si esto es así, y no otra broma de un hombre íntimamente vinculado al humor, parece que el director no apostaba demasiado por ‘Whatever Works’, traducida feamente en nuestro país como ‘Si la cosa funciona’.
En realidad, dejando a un lado las suposiciones, el título le viene estupendamente a la película. Primero, porque es una frase que el protagonista usa en varias ocasiones, para destacar la escasa relevancia (verdadera) de nuestros actos; segundo, porque la película, aun con sus errores y la modesta potencia de su motor, funciona, consigue su propósito, divierte y hace reflexionar. De hecho, el principal problema de ‘Whatever Works’ es que Woody Allen ya ha filmado otras como ésta, y le han salido mejores, más completas. Si por el contrario, esta película nos hubiera llegado un par de décadas atrás, el impacto sería mayor, y también su valoración.

Así podía haber sido, si Allen no llega a guardar el guión en ese famoso cajón a donde van todas sus ideas, hasta que llega el momento apropiado para rodarlas. Al parecer, escribió la historia de ‘Whatever Works’ pensando en que Zero Mostel interpretaría al protagonista; la muerte del cómico, en 1977, hizo que Allen se olvidara del guión. Treinta años después, ante la amenaza de huelga de los actores, el director de ‘Annie Hall’ se acuerda de la vieja historia de Boris Yellnikoff. La reescribe, actualizando las referencias políticas, y se lo entrega a su equipo de casting, con la esperanza de encontrar al protagonista adecuado.
A diferencia de lo que se ha aventurado en muchos textos sobre la película, Allen nunca se planteó dar vida a Boris, porque no se parece a él. Según sus propias palabras, el personaje es demasiado antipático para que él lo pudiese encarnar adecuadamente, el público no se pondría en su lugar, lo rechazaría; necesitaba a alguien que pudiera insultar y menospreciar a los demás, pero que al mismo tiempo cayera bien, resultara simpático. Cuando se le dio a Allen el nombre de Larry David, todo cobró sentido. David ya había trabajado para él en un par de ocasiones (en ‘Días de radio’ e ‘Historias de Nueva York’), pero ésta sería la primera vez que tendría un papel importante. Y lo cierto es que está perfecto, es justo lo que necesitaba este guión.
La película se beneficia del gran trabajo de Larry David, pero para que el conjunto funcionara era necesario igualmente encontrar a una actriz que encajara en el molde de Melodie St. Ann Celestine, una de las chicas clásicas del cine de Allen. Es la chica tonta, ingenua, muy viva y alegre (posiblemente por ser tonta), el contrapunto perfecto para el protagonista, pesimista y amargado, con la idea del fin del universo siempre en mente. Uno ve a David en el personaje y cree firmemente que el hombre no haya necesitado mucho esfuerzo para interpretarlo (recomiendo desde aquí su desternillante serie ‘Curb Your Enthusiasm’). No sé hasta qué punto Evan Rachel Wood es como Melody, pero lo cierto es que la chica está impecable. Al parecer, el acento sureño lo incorporó después de que Allen le diera el papel, lo cual viene a confirmar que Wood se tomó muy en serio el trabajo.
La película brilla cuando gira en torno a estos dos personajes, Boris y Melody, pero pierde fuerza cuando se desvía para contarnos otros encuentros, otros romances (Henry Cavill es muy guapo, pero tiene el talento de un muñeco de cera) y otras vivencias paralelas. Cuando el destino, siempre presente en el cine de Allen, trae a escena a los padres de Melody (Patricia Clarkson y Ed Begley Jr.), baja bastante el interés, pues aunque haya momentos simpáticos a costa de estos dos personajes, con los que el neoyorquino puede jugar ampliamente, se interrumpe lo que verdaderamente importa, la relación entre el tipo trágico y la chica cómica, dando la impresión de que se han unido, torpemente, dos historias en un mismo guión.
Pasando por alto la escasa fortuna de Allen en este aspecto, y que se llegue a un desenlace que me parece muy forzado, creo que ‘Whatever Works’ es una de sus mejores películas. A mi compañera Beatriz no le parece que funcione, y estoy seguro que no es la única que lo piensa. Es una película muy irregular, llena de imperfecciones, pero también, sobre todo, con grandes aciertos. Logró hacerme reír a carcajadas (creedme, no soy de los que se ríen fácilmente en una sala de cine) y las reflexiones del protagonista sobre la vida y la sociedad son viejas, pero no dejan de ser acertadas y necesarias. La vida puede ser triste y monótona, corta y fugaz, pero siempre podemos recurrir al cine de Woody Allen, profundo y divertido.
 Fuente: Blog de cine.

lunes, 10 de octubre de 2011

"Si la cosa funciona": de la amargura al optimismo.


Por Beatriz Maldivia,  29 de septiembre de 2009


Comenzar a ver un film de Woody Allen es como un ritual. El mismo tipo de letra en los títulos de crédito y el mismo estilo musical de siempre nos sitúan, antes de mostrarnos ninguna imagen, en lo que vamos a presenciar a continuación. Las películas del neoyorquino, incluso las que más se despegan en argumento o género de su tónica habitual, suelen coincidir en elementos. Y en lo que siempre coinciden es en satisfacer, en mayor o menor medida. No he sido infiel ni una sola vez a la cita anual del cine de Allen y me extraña que alguien lo sea, pues el judío es un director y guionista que siempre puede aportarnos algo, que nunca se va a hacer duro de ver, que no pude decepcionarnos hasta el punto de perder el interés en lo siguiente que vaya a rodar… Es algo a lo que nos hemos acostumbrado, algo que, para una generación, ha estado ahí desde el principio. De momento, no nos podemos imaginar un año de cine sin un film de Woody Allen.
‘Si la cosa funciona’ —traducción más que libre de ‘Whatever Works’—nos habla de Boris Yellnikoff, un hombre maduro que siente que es demasiado inteligente para soportar la vida. Tras un intento fallido de suicidio, abandona a su mujer y se instala en un cuartucho, donde sobrevive dando clases de ajedrez a niños. Lo que no puede imaginarse es que una visita inesperada le cambiará la vida.

Tras lo resumido en la sinopsis, el argumento continúa avanzando, mostrando cambios, que se suceden tras esos acontecimientos, y continúa variando y modificándose, sin que, por ello, nos sorprenda lo más mínimo. Todos los sucesos serán lugares comunes en el cine de Allen o incluso similares a los de su vida personal. Los más estrambóticos serán, por el contrario, demasiado absurdos o casuales como para que nos los creamos. Así que nos los tomaremos simplemente como un chiste o como una crítica social, más que como el paso adelante en la evolución de los personajes que los sufren. En resumen: argumentalmente, ‘Si la cosa funciona’ no aporta nada, sino que todo lo bueno está alrededor de la historia narrada.


Podríamos dividir el cine de Allen en comedias y dramas, diferencia que él mismo estudió en ‘Melinda y Melinda’. Y sería difícil colocar de un lado o de otro ‘Si la cosa funciona’. Tiene bastante humor, pero menos, por ejemplo, que ‘Scoop’, por compararla con una reciente. Los comentarios sarcásticos que reparte por el metraje son de un nivel altísimo y están bien traídos. Allen vuelve a sus bromas sobre el judaísmo, la sociedad y sobre sus personajes. Además, recupera la diferencia social que había presentado en otras ocasiones, como por ejemplo en ‘Balas sobre Broadway’ o ‘Un final made in Hollywood’, y se ríe de la incultura de los demás, sin llegar a ser ofensivo. He aquí ese aliciente que mencionaba en el párrafo anterior: aunque haya pocos, los chistes de esta película son lo que la convierte en buena.
Larry David es muy adecuado para encarnar al alter ego de Allen y hasta parecido en ciertos aspectos. Nos creemos muy bien en él la paranoia, la hipocondría, el sentimiento de superioridad… y los diálogos los transporta con perfecta soltura. Pero me parece alguien muy hierático en su forma de moverse y muy contenido en expresividad corporal. No sé si será en este papel o si será su manera de actuar en general —no lo he visto nunca en ‘Curb Your Enthusiasm‘—, pero el caso es que me faltó algo de dinamismo en su presencia. Y me dio la sensación de que estaba disfrazado, de que era alguien haciendo un personaje… no encontré una total naturalidad.


Evan Rachel Wood tiene una papeleta más difícil, pues su personaje cambia mucho en pocos minutos de metraje y no sólo tiene que comportarse de manera diferente, sino que, además, debe lograr que la veamos más guapa, según avanza el film. Lo consigue, transmite encanto y le sirve de maravilla como réplica a David, quien necesita lanzar sus ironías contra alguien y a quien no le vienen nada mal algunas contestaciones. Patricia Clarkson no tiene ningún problema en su transformación, similar a la de la hija, pero más extrema. Y lo mismo pasa con Ed Begley Jr. Para mí supone un descubrimiento Henry Cavill, aunque algunos a lo mejor ya lo han visto en ‘Los Tudor’, pues resulta tan irresistible como su personaje exige.
A pesar de que lo narrado es lo de siempre en Woody Allen, el tono trata de vendernos ‘Si la cosa funciona’ como una película profunda y reflexiva. Se podría entender así, ya que la voz del protagonista nos lanza pensamientos constantemente y cierra la película con un discurso a modo de conclusión. Hay a quien le han funcionado estas ideas y la ha percibido como emotiva. Sin embargo, para mí todo esto se ha quedado en el intento: la cosa no funciona. Supongo que dependerá de nosotros, más que de la cinta. Por ello, quizá muchos obtengáis más del film de lo que yo obtuve.

Fuente: Blog de cine.

martes, 6 de septiembre de 2011

Medianoche en París, amor y muerte.








Woody Allen fue comediante antes que cineasta. Esto lo podemos ver en todas sus películas, en especial en ‘La última noche de Boris Grushenko’ (Love & Death, 1976) donde brillan con especial fuerza una serie de parodias maravillosas sobre novelistas rusos (esencialmente Tolstoi y Dostoievski) e Ingmar Bergman. El universo de Allen en esa película estaba ya en sus relatos, publicados por el New Yorker, y basta con leer ‘El experimento Kugelmass’ para comprobarlo (y esto lo ha dicho ya el imprescindible Sergi Sánchez). Que Allen haga chufla con la cultura más seria es una de sus especialidades y en ‘Mi apología’ imagina a un Sócrates a punto de ser ejecutado con muchas cosas tronchantes que decir. Por eso esta película se vive con la complicidad de sus relatos cortos, porque regresa el Allen más ingenioso y (meramente) anárquico con el panteón de grandes artistas del siglo pasado.

Un firme defensor de esta película es Alberto Abuín, cuya comparación del film con ‘La rosa púrpura de El Cairo’ (The purple Rose of Cairo, 1985) es interesante y estimula un debate. Se ha mostrado entusiasta mis compañeros Juan Luis Caviaro y algo más crítica Beatriz Maldivia , aunque ambos coinciden en lo ameno y encantador de la película. Comparto parcialmente sus sensaciones, aunque mis razonamientos estén más condicionados por mi devoción alleniana, aquella que me hace perdonar casi todos sus defectos o disculparlos por la impagable sensación de familiaridad que hay en sus películas.

Así pues, las películas más chapuceras de Allen, excepto la horrible ‘Vicky Cristina Barcelona’ (íd, 2007), tienen todas mis simpatías. No importan los problemas de ritmo o el deje visual, cintas como ‘Ladrones de medio pelo’ (‘Small Time Crooks’, 2000) o la anterior ‘Conocerás al hombre de tus sueños’ (‘You will meet a dark tall stranger’, 2010) presentan aciertos memorables, un agradecido tono progresivamente misántropo que deriva, como en esta última, no ya en humor sino en ácida indiferencia hacia sus personajes. Pero, lástima, estamos cada vez más lejos de aquél Allen costumbrista, capaz de brindar sutiles estudios de personajes como ‘Manhattan’ (íd, 1979) o ‘Hannah y sus hermanas’ (‘Hannah and her sisters’, 1986), todavía dos de sus mejores películas, dos de sus incuestionables obras maestras.




Creo que a partir de "Los secretos de Harry’ (‘Deconstructing Harry’, 1997), remake virtual de ‘Fresas Salvajes’ (‘Smultronstället’, 1957), Allen empieza a mostrar su desinterés por construir personajes complejos y eso es algo que tiene cierto sentido en la película, pues versa sobre el universo narcisista de un escritor que necesita ser más escuchado que otra cosa, hasta el punto de terminar atrapado en sus ficciones y rodeado y homenajeado por sus propias creaciones. Algo parecido le pasa al protagonista de esta película, cansado de un mundo atragantado (que se describe con un breve chiste a costa del Tea Party), que termina en un pasado que no hace otra cosa que no terminar, esto es, de imaginar los otros pasados como épocas doradas y perdidas, de vivir intensamente una nostalgia tan engañosa como necesaria.

En el pasado del protagonista están todos los artistas del ‘París era una fiesta’ de Ernest Hemingway, también incluido como grotesco y desternillante macho alfa, obsesionado con la caza y la virilidad. En ese interludio fantástico, está el mejor Allen, aquél que imagina a un Luis Buñuel desconcertado ante la idea del ‘Ángel exterminador’ (id, 1962) o que presenta a un Salvador Dalí memorable, hablando de rinocerontes con divertidísima insistencia (y encarnado por un no menos divertido Adrien Brody). Además, unos afortunados Tom Hiddleston y Alison Pill encarnan con incuestionable gracia y delicadeza a Francis y Zelda Fitzgerald, dos escritores tan felices como tristes, algo que ilustra muy bien el gag de una Zelda insegura y depresiva.

La película subraya sus significados en momentos ciertamente pésimos, olvidando Allen el consejo que recordaba en su magnífico libro de conversaciones con Eric Lax (“si algo falla en una película, quita la sabiduría”). Y, sí, se contrastan los conceptos de realidad y ficción, pero considero, como mínimo, inaudita su realidad, aquella en la que unas bellísimas Rachel McAdams y Léa Seydoux se pasean con porte angelical, siendo la primera la niña pija más encantadora de todos los tiempos y la segunda una joven francesa amante de Cole Porter (tengo dudas de si es la fantasía alleniana-urbana quintaesencial o fruto de un estudio sociológico sobre las tendencias musicales en la capital francesa). Su última aparición, tras las campanadas, evidencia la estrategia de Allen, demasiado cansado ya para ofrecer un cine tan visualmente rico como el de momentos anteriores, o una tentativa hacia un nuevo estilo como en la magnífica ‘Match Point’ (íd, 2005). Pero, ah, queda la promesa de la magia, la lluvia y una chica hermosa con la que escuchar canciones de jazz.

Ficha técnica ampliada
Título: Medianoche en París
Título original: Midnight in Paris

Dirección: Woody Allen

País: Estados Unidos, España
Año: 2011
Duración: 100 min.
Género: Romance, Comedia
Calificación: Apta para todos los públicos

Reparto: Rachel McAdams, Marion Cotillard, Owen Wilson, Michael Sheen, Adrien Brody, Alison Pill, Kathy Bates, Tom Hiddleston, Léa Seydoux, Kurt Fuller, Corey Stoll, Mimi Kennedy, Gad Elmaleh, Carla Bruni, Nina Arianda, Daniel Lundh, Lil Mirkk, Guillaume Gouix, Manu Payet, Michel Vuillermoz, Marcial Di Fonzo Bo, David Lowe, Adrien de Van, Thierry Hancisse, Serge Bagdassarian, Kenneth Edelson

Web: www.sonyclassics.com/midnightinparis
Distribuidora: Alta Films
Productora: Gravier Productions, Mediapro
Presupuesto: 30.000.000,00 $
Casting: Anaïs Barrat Juliet Taylor, Patricia Kerrigan DiCerto Samia Fadli Stéphane Foenkinos
Coproducción: Raphaël Benoliel
Departamento artístico: Benoit Bechet, Benoît Tetelin, Georges Kafian, Hadjila Nezlioui, Hélène Dubreuil, Lilith Bekmezian, Samudrika Arora, Tatiana Bouchain, Thomas Lemierre, Uriel Zylberman
Departamento de transportes: Charles Heidet, Jalal Aqdim
Departamento editorial: Darrell R. Smith, Fabien Napoli, Joe Gawler, Xavier Desjours
Diseño de producción: Anne Seibel
Efectos especiales: Charles-Axel Vollard, Georges Demétrau, Jérome Miel, Pascal Fauvelle
Efectos visuales: Chris MacKenzie, Marika D. Litz
Fotografía: Darius Khondji
Guión: Woody Allen
Maquillaje: Alice Robert, Avril Carpentier, Catherine Leblanc, Jean-Christophe Roger, Olivier Seyfrid, Thi Thanh Tu Nguyen
Sonido: Frédéric Pardon, Jay Peck, Jean-Marie Blondel, Matthew Haasch, Theotime Pardon
Vestuario: Claire Chanat, Elsa Le Guichard

Fuente: http://www.blogdecine.com/criticas/midnight-in-paris-amor-y-muerte

martes, 9 de agosto de 2011

La risa tras la tragedia.

Conocerás al hombre de tus sueños, de Woody Allen, es una comedia ligera sobre la convivencia, las decisiones y la rutina. Vale la pena verla.


Por Mario Alberto Duque Cardozo| Medellín | Publicado el 15 de junio de 2011

Curioso es el arte, que fascina a unos y aburre a otros. Fundido a negro en la pantalla, los créditos y la satisfacción de haber visto una buena película, pero justo detrás, las voces inconformes con la más reciente película de Woody Allen que se proyecta en la ciudad, Conocerás al hombre de tus sueños.

Pero ni siquiera los críticos se ponen de acuerdo: "Una comedia triste. En todos los sentidos de la palabra. Sin alma, sin una historia que contar, sin aliento", dijo sobre la película Luis Martínez, de El Mundo, de Madrid.

Mientras, en la misma ciudad, pero en otro diario ( El País ) el crítico Carlos Boyero la señalaba como "otro recital de inteligencia y lucidez".

Otros más ven al curtido director viajando en piloto automático.

Sin duda no es el mejor filme del director neoyorquino, con una extensa producción de más de 40 películas como director y otras tantas como actor. Conocerás al hombre de tus sueños está lejos ya de obras como Annie Hall o la muy dramática Match Point.

Pero también, sin duda, vale la pena verla, pues se trata de un oasis en medio de la cantidad de taquillazos que pueblan la cartelera.




¿Que se va a ver? Una vida común y corriente, de decisiones desacertadas y cotidianas rutinas, como una especie de tragicomedia en la que está envuelta la familia Shebritch, matrimonio adulto mayor separado e hija malcasada con un médico que finge como escritor frustrado enamorado de su vecina.

Entonces, ahí está Alfie (Anthony Hopkins), el patriarca, queriendo recuperar la juventud casándose con una actriz de películas de dudosa reputación; la madre Helena (Gemma Jones), entregando su suerte a una pitonisa; y el matrimonio de la hija Sally (Naomi Watts) y Roy (Josh Brolin), que navega en el tedio y las esperanzas de dejarse por un nuevo amor.

Es, pues, una comedia ligera y divertida, pero eso sí, inteligente en su humor y en su guión, lo que le da cierta ventaja sobre la risa fácil del golpe o la burla.

Ficha Técnica

TITULO: CONOCERÁS AL HOMBRE DE TUS SUEÑOS 
PRODUCTORAS: Mediapro, Versátil Cinema, Gravier Productions en asociación con
Antena 3 Films
IDIOMA: Inglés
DURACIÓN: 98 Minutos
FORMATO DE PROYECCIÓN: 35 mm 
FORMATO DE PANTALA: 1:1,85 
LOCALIZACIONES: Londres 

Dirección Woody Allen
Dirección artística Jim Clay
Producción Letty Aronson
Stephen Tenenbaum
Jaume Roures
Guión Woody Allen
Fotografía Vilmos Zsigmond - ASC
Montaje Alisa Lepselter
Vestuario Beatrix Aruna Pasztor
Reparto



Antonio Banderas
Josh Brolin
Anthony Hopkins
Gemma Jones
Freida Pintos
Lucy Punch
Naomi Wats

Fuente: Elcolombiano.com