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Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de El Revisionista, Series de antología, y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

jueves, 7 de abril de 2022

Fragmentos...

 Por Woody Allen


Entonces la función doble ha terminado y abandono la magia oscura y reconfortante de la sala de cine y vuelvo a emerger en la Coney Island Avenue, con el sol y el tráfico, y emprendo el regreso al triste departamento de la Avenida K. Otra vez en las garras de mi archienemiga, la realidad. En mi película "El dormilón", hay una secuencia cómica en la que, mediante alguna clase de endiablado proceso, me imagino que soy Blanche Du Bois en "Un tranvía llamado deseo". Hablo con acento femenino y sureño, tratando de que la secuencia tenga alguna gracia, mientras Diane Keaton hace una imitación perfecta de Brando. Keaton es de las que se quejan: "Oh, no puedo hacer esto. No puedo imitar a Marlon Brando". Como esa chica en clase que te dice que le ha salido fatal el examen y cuando le dan la nota tiene un diez. Como es lógico, su Brando es mejor que mi Blanche, pero lo que quiero dar a entender es que, en la vida real, yo soy Blanche. Blanche dice: "No quiero realidad, quiero magia". Y yo siempre ha despreciado la realidad y he anhelado la magia. Traté de ser mago, hasta que descubrí que solo podía manipular naipes y monedas, pero no el universo.




Y así es como, gracias a mi prima Rita, me introduje en el cine, en las estrellas, en Hollywood, con su moralidad patriótica y sus finales milagrosos, y, mientras todo lo que trataron de enseñarme, desde mis padres hasta mis profesores de español cuando ya había cursado dos años de ese idioma, me resbalaba, Hollywood se me quedó fijado. Modern Screen, Photoplay. Bogart, Cagney, Edward G. Robinson, Rita Hayworth... Lo que aprendí fue ese mundo de celuloide. Que era más grande que la vida real, superficial, falsamente glamoroso, pero no me arrepiento ni un fotograma. Cuando me preguntan cuál es el personaje de mis películas que más se parece a mí, solo tenéis que mirar a Cecilia en "La rosa púrpura de El Cairo".


Fuente: Woody Allen, A propósito de nada. Autobiografía, Alianza Editorial, 2020