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Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de El Revisionista, Series de antología, y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

martes, 24 de octubre de 2017

Las actrices de Woody: Marie-Christine Barrault.



“Te amamos querido soldado conocido o desconocido, ¡nuestro defensor! Te sentimos un poco como nuestro hijo, nuestro hermano. Y al mismo tiempo, te admiramos, te confundimos con el respeto y el fervor que tenemos por nuestra bandera, por la patria”. Así comienza la carta que Yvonne Pitrois, una amateur escritora sorda francesa, publicaba en su propio periódico en plena Primera Guerra, bajo el título Carta de una francesa a nuestros soldados. Con este texto comienza también el espectáculo Mujer en guerra, que llega a Chile como parte de las conmemoraciones de los 100 años de la Primera Guerra Mundial.
En escena, el pianista Hugues Leclère y la reconocida actriz Marie Christine Barraultm a través de la lectura dramatizada de diferentes textos poéticos o históricos, va desvelando el papel de la mujer en el conflicto: “En la selección de textos que hicimos hay de todo. Mujeres muy nacionalistas, que animaban a los soldados y que me parecen un poco ridículas. Pero también recogimos la voz de las mujeres que sufrieron, que no tendrán más hombres en su vida, que perdieron a sus padres, sus hermanos, sus futuros maridos. En fin, estamos acostumbrados a oír la versión masculina de la guerra, de los hombres que sufrieron tanto en las trincheras en una guerra que fue horrible. Pero el conflicto marcó también un gran cambio en la vida de las mujeres”.
Así es como al discurso más conservador de una desconocida Yvone Pitrois, Barrault y Leclère contraponen la visión más crítica y pesimista de una consagrada Colette, que en el periódico satírico La Bayoneta publicaba una especie de apología a las madres, víctimas también de la guerra, titulada “A las mamás”. “¿Qué mamá?” -se pregunta Colette-. “No podemos olvidar a ninguna. Porque desde el inicio de la guerra todas tienen cada una más grande que la otra el corazón, la esperanza, el don y el dolor”.
Barrault reconoce que la Primera Guerra marcó también un momento de emancipación social de la mujer, que accedió a actividades que le estaban vedadas hasta ese momento, como el trabajo en las industrias de armas o textil, obligando incluso al gobierno a fijar un sueldo mínimo en 1915, lo que queda reflejado además en el espectáculo: “Las mujeres hasta la guerra estuvieron en una especie de servidumbre. Amaban, admiraban, pero como sirvientas: el hombre decidía todo. Y de un momento a otro, en cuatro años, se volvieron agricultoras, responsables de su granjas, comerciantes. Tomaron el lugar de los hombres”.
Los textos de Clara Malraux son a juicio de la actriz los que mejor grafican este cambio de situación: “Malraux lo explica muy bien. Estaba a punto de comprometerse con un oficial con el que se aburría mucho y tuvo la valentía de romper el compromiso y se dio cuenta de que a partir de ese momento su vida le pertenecía. Y de hecho, eso trajo luego problemas cuando los hombres volvieron de la guerra encontraron que las mujeres habían ocupado su sitio y no estaban dispuestas a devolverlo”, destaca Barrault.
La pieza no sólo incluye textos de mujeres, sino que da un espacio a la arenga populista de René Viviani, presidente del Consejo de Ministros en 1914, llamando a las mujeres a reemplazar a los hombres en el trabajo por el bien de la patria. Y otro para Antígonas eternas del Nobel de literatura 1915, Romain Rolland, reconocido pacifista que se refugió en Suiza durante el conflicto.
Todos estos escritos van acompañados por el piano de Leclère que se pasea por  las composiciones de Cécile Chaminade, Mel Bonis, Lili Boulanger, Claude Debussy y Erik Satie, intentando hacer un dúo con las palabras recitadas por Barrault, conocida como “la más melómana de las actrices francesas”.
Rohmer y Woody Allen
La experimentada actriz que visitará Chile está lejos ya de aquélla Marie Christine Barrault que se estrenaba en el cine en 1969 bajo la dirección de un joven Eric Rohmer en uno de sus primeros éxitos, Mi noche en casa de Maud. Tras esa experiencia, Barrault participaría en Cousin, cousine, que le traería una nominación al Oscar como mejor actriz. Y como pasa también hoy, la notoriedad del Oscar haría que un joven Woody Allen la invitara a participar en Stardust memories en 1980, donde hizo de una joven casada de la que Allen, un cineasta en plena crisis existencial, se enamora perdidamente: “Fue una experiencia emocionante grabar con él, durante varios meses en Nueva York. Nos entendimos muy bien en el rodaje, pero yo me sentía como una turista en su película”.






“Filmar con Woody Allen fue un slalom”



Por Valentin Trujillo


El Observador conversó con la actriz francesa Marie-Christine Barrault sobre su carrera y su obra en el Teatro Solís




Marie-Christine Barrault en la Intendencia cuando la nombraron Visitante Ilustre


Hoy el nombre de la actriz francesa Marie Christine Barrault puede significar poco, pero basta repasar apenas su carrera, que comenzó a finales de la década de 1960 en su país, para darse cuenta de que a lo largo del tiempo trabajó con nombres grandes del mundo del cine, desde Eric Rohmer a su marido, Roger Vadim, pasando por Woody Allen, Andrej Wajda y Kristof Zanussi, entre otros.  


Barrault se encuentra en Montevideo (ayer, la intendenta Ana Olivera la declaró Visitante Ilustre de la ciudad) para presentar esta noche en el Teatro Solís una obra llamada Querido Renoir, que reúne e intercala textos de Antoine de Saint-Exupéry de un guión para una película que iba a filmar con Jean Renoir antes de que un avión alemán abatiera sobre el Mediterráneo en 1944 a su avión postal que iba rumbo a África. Estos fragmentos leídos por Barrault dialogan con piezas de piano de Eric Satie, Claude Debussy, Frederic Chopin, Enrique Granados, Wolfang Amadeus Mozart y Ástor Piazzola, a cargo de la pianista argentina Marcela Roggeri.


Los cinéfilos recuerdan a Marie Christine Barrault por su bello rostro detrás de mechones rubios en Recuerdos de Woody Allen, como la esposa francesa del personaje encarnado por el director neoyorquino; o su figura menuda y ligera en la comedia Primo-prima, película de 1975 que la lanzó a la fama en Estados Unidos y luego en el mundo. 





Barrault conversó con El Observador sobre el motivo de su llegada a Montevideo como de los puntos más destacables de su carrera.


Su trabajo frente a cámaras comenzó con el director Eric Rohmer, uno de los representantes de la nueva ola francesa. Barrault recuerda las películas que hizo con Rohmer entre 1969 y 1978 (Mi noche con Maud, El amor a la hora de la siesta y Percival, el galo) como “artesanales” y “simples”, con muy poco personal. “Él sabía exactamente lo que quería. Decía que la elección de los actores era el 75% del filme”, contó Barrault, quien explicó que al director le gustaba pasar mucho tiempo con sus actrices en situaciones concretas, como tomar el té o asistir a una exposición, sin trabajar sino solo estando juntos como forma de conocerse y familiarizarse para la filmación.      


En 1975 filmó Primo-prima, una comedia dirigida por Jean Charles Tacchella que planteaba una historia de amor, como reza el título, entre dos primos.


“Cuando filmamos esa película creímos que era solo una liviana comedia francesa, de bajo presupuesto. Y entonces pegó fuerte en Estados Unidos y fue increíble. El público se enloqueció con la película. Hacían cola todos los días para verla. Incluso un diario que creemos tan prestigioso como el New York Times dijo que la clave del éxito fue que yo no usara soutién”, contó Barrault, quien en aquel momento tuvo que asistir a cientos de programas de televisión y esconderse para salir a la calle. 


Tal fue el éxito de Primo-prima en Estados Unidos que la francesa consiguió algo que rara vez sucede en Hollywood: la nominación para el Oscar a Mejor Actriz. En la ceremonia de 1977, Barrault estaba nominada junto a Faye Dunaway por Poder que mata, Talia Shire por Rocky,  Sissy Spacek por Carrie y la noruega Liv Ullmann por Cara a cara. Finalmente la estatuilla dorada fue para Dunaway, pero el hit de Barrault produjo que Woody Allen viera la película y la eligiera para su siguiente proyecto fílmico, Recuerdos.





“Él quería a una actriz europea para su película Recuerdos. Me llamó desde Nueva York y me preguntó dónde estaba. Yo estaba de vacaciones en una isla del sur de Francia. Me dijo: ‘¿Una isla? ¡Eso es peligroso!’”, dijo la actriz entre risas, por el carácter psicótico de Allen.   


Barrault estuvo casi un año filmando en Nueva York con Allen. “Leíamos las escenas y discutíamos las palabras que íbamos a usar. Luego me dejaba improvisar. Pero cuando se aferraba a una palabra, me hacía improvisar hasta determinado punto. Porque para que él pudiera decir esa palabra yo no podía variar mi línea. Filmar y actuar con él fue como un ejercicio de slalom. Nos íbamos por las ramas pero sabíamos que teníamos que pasar por determinado punto”, explicó Barrault. También contó sobre la forma de trabajo de Allen en esa película de 1980. Lo que veía del guión que no funcionaba en escena o ante algunas sugerencias de los actores, el director lo cambiaba y lo reescribía en la noche. Al otro día, Allen aparecía con el guión reescrito y “limpio” para las escenas modificadas.


“Para mí fue una maravilla estar un año en Nueva York, a las órdenes de alguien como Woody Allen. No había tanta información al instante como ahora. Me preguntaban: ‘¿qué estás haciendo en Nueva York?’ ‘Filmando una película con Woody Allen’, les respondía”, agregó la actriz.


De regreso a Europa, Barrault también trabajó con importantes directores polacos, como Andrej Wajda (Un amor en Alemania, 1983) y Kristof Zanussi (Paradigma, 1985), y con el alemán Volkler Schlondorf (Un amor de Swann).




Durante una década fue pareja del director Michel Boisrond, con quien filmó la teleserie Marie Curie, donde encarnó a la célebre científica. Desde 1990 hasta su muerte en 2000, fue la última esposa del director Roger Vadim (exesposo de Brigitte Bardot). Con Vadim filmó varias películas para televisión y confesó que “todo fue diversión” en medio de un amor de madurez.  

Pero a pesar de todo su película favorita fue Mujer entre perro y lobo, del belga André Delvaux, filmada en 1979. Cuenta la historia de una mujer durante la guerra en la Bélgica partida culturalmente entre flamencos y valones y ocupada por los nazis. 


Con todo este bagaje y una carrera de estas dimensiones sobre sus hombros, Barrault, (hoy con 70 años de edad), sigue manteniendo una mirada de ojos celestes límpidos. Su voz recreará hoy de manera mágica una película que no existe de un escritor aviador muerto en su último vuelo. Como dicen los franceses, hay que “ponerle el oído” a esta señora. 




Filmografía 


Serie de televisión con Marie-Christine Barrault

Premios de Marie-Christine Barrault


  • Oscar del cine 1977 : Nominada al Oscar de la mejor actriz por Primo, prima de Jean-Charles Tacchella


Extraído de:

http://www.elobservador.com.uy/filmar-woody-allen-fue-un-slalom-n281194
https://centenarioprimeraguerramundial.wordpress.com/tag/marie-christine-barrault/