El sueño de Cassandra
Por Mariel Diez
Los fanáticos de Woody Allen, y los no tanto,
consideran que es el mejor director de cine de los últimos tiempos. Su película
El sueño de Cassandra, es la mejor evidencia de esta afirmación. Y la
aceptación del público en aquellos países donde ya fue estrenada sorprendió
hasta al mismísimo Allen: “Me sentí gratificado por la repercusión que tuvo
entre la audiencia, a pesar de que la gente piense: “Es un director de comedia”
y siempre esperan que haga comedias. Creí que con Crímenes y pecados había sido
claro, pero tengo que demostrar que cada tanto me gusta hacer películas que no
son graciosas y que, aun así, la gente disfrute viéndolas”.
Es el film
más oscuro que hizo Allen en años y uno de los
mejores de su carrera. Vale la pena comprar la entrada y disfrutarlo en
el cine, precisamente para ver la versatilidad que tiene el brillante
hombrecito de Nueva York.
La Película
El sueño de
Cassandra cuenta la historia de dos hermanos: Ian, interpretado por Ewan
McGregor, es el mayor y el más ambicioso. Terry (Colin Farrell), es más honesto
y trabajador, con un perfil mucho más bajo que el de su hermano. Ambos se
presentan como gente trabajadora, con respecto hacia los demás y hacia su misma
relación, tanto de amistad como de sangre, pero la adicción al juego lleva a
Terry a endeudarse más de la cuenta y la ambición de Ian por tener una vida más
glamorosa los hace recurrir a su acaudalado tío, quien los extorsiona a cambio
de dinero que necesitan para resolver los problemas.
A diferencia de casi todas las películas de Allen, ésta se centra en la relación entre hermanos, en lugar de entre un hombre y una mujer. Pasan de ser unidos como gemelos que se confían hasta la vida, a tener opiniones encontradas, especialmente sobre valores morales, ambiciones al límite al que una persona puede llegar sin que el peso de la conciencia lo haga explotar. Woody se refiere al tema defendiendo la idea de que la gente comete todo tipo de crímenes en la vida real, sin sufrir las consecuencias. “Si no tienes conciencia moral y estás dispuesto a hacer cosas horribles, no te va a detener la idea del cielo o el infierno o el más allá. Simplemente te vas a detener cuando vos mismo te pongas un freno. La única moralidad que realmente tenemos es la que nos imponemos y eso es lo que traté de reflejar en mis películas. Como en El sueño de Cassandra, hay personas que pueden comete crímenes y no tener conciencia moral al respecto, y otros que no lo pueden soportar”.
El Director
Nacido en
Brooklyn en 1935, Allen Stewart Konigsberg siempre se mostró tímido, gracioso y
amante del cine. La primera película que vio fue Blancanieves a los tres años
y, fue tal la emoción, que se acercó a la pantalla a tocar a los enanitos para
ver si eran de verdad. Durante su adolescencia enviaba chistes a periodistas de
los diarios de su ciudad, quienes empezaron a publicarlos en forma anónima. Recién
a los 17 años, aparecieron bajo el seudónimo de Woody Allen. Nombre que adoptó
por el resto de su vida.
Tras abandonar la Universidad de Nueva York, consiguió el primer contrato en el programa The Colgate Happy Tour y empezó su carrera de cómico en varios clubes nocturnos, donde logró vencer su timidez. “Fue la peor época de mi vida. Sentía un nudo en el estómago que empezaba cuando me levantaba y recién se deshacía a las once de la noche, cuando empezaba a recitar”, recuerda. Así creció su popularidad y, gracias a su humor, le ofrecieron escribir su primer guion para la pantalla grande. Aceptó a cambio de 35 mil dólares y un papel en la película, la cual llamó What’s new, Pussycat? Era 1964, Woody empezaba a escribir su historia. 44 años y 36 películas más tarde vuelve a sorprendernos.
Todavía a
los 72 años, mantiene el ritmo laboral de cuando empezó: hacer una película por
año (y cuando sus ideas lo inundan, nos deleita con dos). Sin embargo, hacía
mucho tiempo que no se lo notaba tan orgulloso con uno de sus films: “Hacer El
sueño de Cassandra fue para mí una experiencia placentera porque tuve la
oportunidad de trabajar con actores y actrices cuyos trabajos siempre he
admirado y a quienes nunca antes había conocido”. Otra de las razones por las
que el director disfrutó tanto es porque filmó en Londres, una ciudad que ya
había albergado a sus dos trabajos anteriores y que tiene un clima ideal para
él, no sólo porque lo considera perfecto para sus películas sino porque además
siente que es un reflejo de su temperamento.
Los Protagonistas
Ewan
McGregor quedó fascinado al trabajar con Woody Allen, por lo organizado y
riguroso que es: “La mayor parte de las películas se ruedan en un plano único,
donde hay mucho diálogo y no se repiten tomas. El rodaje es tan rápido que tenés
que dar todo en el primer momento”, comenta. Su interpretación se destaca por
la sencillez con la que se desarrolla, como si el director lo hubiese dejado
actuar sin darle ninguna indicación. Colin Farrell también brinda una
performance que sorprende. Su personaje es muy diferente de los papeles en los
que ha trabajado, ya que interpreta a un mecánico de autos que logra mantener
la grasa debajo de las uñas hasta la última escena. Para el irlandés, esta película,
junto con Pride and Glory e In Bruges, marcan el inicio de una nueva etapa en
su carrera, después de superar adicciones y fracasos de taquilla. De Woody
Allen dijo que es una persona muy gentil y muy ordenada: “Jamás lo sentí como
el director, hicimos casi toda la película con las primeras tomas. A él le
gusta ver cómo es tu interpretación, confía mucho en los actores y si siente
que hay algo que corregir, te lo dice de una manera tan amable que dan ganas de
hacer una segunda toma”.