Woody Allen casi esquina Bergman.
Caricatura de Pratico.
Se titula “Comedia sexual de una
noche de verano” y, aunque él niega todo parentesco con Bergman, el rótulo
remite inevitablemente a “Sonrisas de una noche de verano”, que su colega sueco
filmó hace más de veinte años. Son infidencias y enredos eróticos de una noche
campestre, en alcobas por las que transitan el propio Woody, Tony Roberts, Mary
Steenburgen y dos celebridades: Mía Farrow y José Ferrer.
Hace unos quince años atrás el inefable y múltiple Woody Allen era un tipo modesto que concedía todas las entrevistas y respondía serenamente a las incómodas preguntas que suelen formular los cronistas neoyorquinos que se especializan en el “show business”. Por entonces, Woody era ese libretista de televisión que de vez en cuando accedía al teatro con una pieza propia, y que cuando su rostro narigón y anteojudo aparecía en cámara era confundido con un empleado administrativo del canal.
Cuando
cambió su suerte y la fama de “Interiores” y “Manhattan” lo proyectó a la
pantalla internacional, los festivales y los análisis críticos más sesudos
mimaron a este humorista, al punto de convertirlo en un geniecito, proclamado
incluso por la revista “Newsweek” como una especie de “mini héroe nacional”.
Entonces Woody se volvió mucho más displicente con el periodismo. Una
entrevista con él llegó a valer oro; la grabación de un diálogo “ping-pong” con
él durante cinco minutos era desesperadamente codiciada. Y él lo sabía.
Hasta que,
de repente, la crítica le dijo cosas que no le gustaron. Porque “Stardust
Memories” (Recuerdos, para el público argentino) no llegó a ser un fracaso pero
le anduvo raspando. Los cronistas se tornaron duros y el genio se volvió a
ablandar. Así fue que en estos días Woody Allen no solo se dignó anticipar el
título de la película que está filmando sino que hasta concedió entrevistas,
largas, tranquilas, como aquellas de la época en que su pieza “Play it again,
Sam” (Sueños de seductor), que luego llegó al cine, se representaba en
Broadway.
“Se trata de
una película que celebra la alegría del verano en el campo”, dijo el actor y
director. Se refería a este film en marcha, que se titula “Comedia sexual de
una noche de verano”. La fórmula, sin duda, alude a un célebre y honroso
antecedente: “Sonrisas de una noche de verano”, aquella “comedia” que el sueco
Ingmar Bergman suscribió hace más de veinte años. La película estará lista para
comienzos de la primavera (abril), y saldrá a la palestra en pleno verano
(julio), para exhibirse en varios circuitos de ambas costas.
“La verdad
es que no pensé en Bergman, pero si ustedes lo señalan es porque algún
parentesco habrá”, dice Woody con una humildad de doble filo que suena un poco
impostada.
En una
entrevista concedida especialmente a “Variety”, el realizador puntualizó
detalles de la trama: “El protagonista soy yo. Pero a mi lado hay otros papeles
de primer nivel. Estos personajes se hallan ligados, sexual y afectivamente, y
a veces los lazos secretos se concretan con la mujer o la novia de otro”. Y
agregó Woody: “Los protagonistas se encuentran un poco confundidos, y esto da
lugar que a veces no acierten con los dormitorios correctos, con la
consiguiente confusión, vergüenza o verdadera alegría. Claro, todo esto depende
del partenaire que a uno le toque en esa noche campestre”.
Junto a
Woody actúan, su eterno compañero (y amigo en la vida real) Tony Roberts, Mía
Farrow, José Ferrer y Mary Steenburgen.
Fuente:
Diario Clarín, sección Espectáculos, Buenos Aires, sábado 13 de marzo de 1982.