Por Armando Rapallo
Por fin los porteños conocieron “Manhattan”. Las
alternativas del estreno de la última producción dirigida por el inefable bufo
norteamericano Woody Allen, ahora más que nunca definido como un audaz pensador
en tiempos difíciles, dentro de una sociedad que consume toda clase de
productos sin digerirlos demasiado bien, fueron seguidas con gran interés por
todos aquellos que se preocupan por el fenómeno fílmico, y gracias a la abundante
artillería disparada por el periodismo, por infinidad de aficionados que no se
interesan más que tangencialmente por esos hechos. Vale la pena referir, de
paso, algunas situaciones sugestivas dentro del marco creado en torno a este
demorado y, por cierto, muy publicitado estreno. Desde hace más de seis meses, corrían
rumores de prohibición o cortes, de negativas de Allen a que se estrenara su
film en la Argentina con ciertas mutilaciones. La prensa más o menos
especializada ubicó el problema en un plano, poco menos, de interés nacional.
Fueron muchos los que lanzaron entonces sus dardos contra la censura –a la que
siempre hemos atacado desde estas columnas, como puede probarse desde el primer
número de Pájaro de fuego, hace
bastante más de dos años- aún aquellos que muy de tanto en tanto se acuerdan de
ella, por supuesto cuando los films atacados no trasuntan temáticas demasiado
comprometidas.
Woody y Mariel Hemingway |
Es impostergable señalar un hecho: “MANHATTAN NUNCA FUE
PROHIBIDA EXPRESAMENTE POR LA CENSURA ARGENTINA”. Hubo sí sugerencias de
cortes; etc. etc. pero jamás existió un certificado de prohibición. Lo que sí
hubo fue un inteligente operativo publicitario, tal vez discutible como sistema
pero operativo lícito al fin, en torno a su tan mentada prohibición, procedimiento
que culminó con un “inesperado” estreno de un día para otro, con resultados
obvios: En pleno mes de febrero, cuando las cifras de espectadores son
tradicionalmente bajas, la película de Woody Allen alcanzó la “media” de fin de semana de 47.000
espectadores, incluyendo dos trasnoches, en tres salas no muy grandes, cifra
por demás elocuente en lo que concierne a la habilidad de la medida
empresarial. Queremos volver a enfatizar acerca de la actitud de ciertos medios
periodísticos: ¿Por qué no defendieron –ni defienden nunca- auténticas
prohibiciones de films como “Regreso sin
gloria” , cuyas connotaciones, las
de la prohibición, son realmente atentatorias contra el argentino adulto y su
cultura, contra su capacidad de discernir qué es lo que debe ver y juzgar? ¿Por
qué no se “jugaron” en ésa y muchas
otras alternativas que se refieren directamente a algunas de sus libertades más
preciadas y vilipendiadas por la censura oficial? Interrogantes que tendrán que
ver, naturalmente, con otras actitudes tan pusilanimes como la adoptada en
otros órdenes de la vida nacional, obviamente de muy difícil solución.
Diane Keaton, Woody y Tony Roberts |
El juicio sobre “Manhattan” debe relegar al olvido todas estas consideraciones. Sin ninguna duda, la última creación de Allen es espléndida. Es una película simplemente adorable, encantadora. Es una película para ser disfrutada desde el principio al fin, de notable sencillez y alto vuelo conceptual.
Michael Murphy, Diane Keaton, Woody y Mariel Hemingway |
Probablemente por primera vez, el inquieto hombrecito de las gafas ha abordado una temática siempre emparentada con sus dudas y tabúes sin recurrir a extremadas intelectualizaciones. Cuando el personaje central, un escritor de la TV que quiere asumir su rol de sólido testigo de su tiempo en profundidad inicia su libro, alude a su adoración por su ciudad (la inmensa Nueva York), y formula una importante conclusión: “La ciudad es una metáfora de la decadencia de la sociedad, de la cultura contemporánea”. A partir de esa propuesta, Allen ubicará sus títeres, su propia máscara tragicómica, en el entorno de esa misma sociedad a la que califica con dureza pero sin olvidad en ningún instante todos sus valores. Los personajes se moverán desde ese momento mostrando sus pasiones, sus pequeñeces, sus relaciones íntimas, sus desviaciones y obsesiones, con absoluta naturalidad. El autor-director-intérprete ya no utilizará procedimientos de cine-verdad en alternancia con momentos intimistas, como ocurriera con su magnífica “Annie Hall” (”Dos extraños amantes”, entre nosotros), imponiendo a su film una coherencia narrativa total, como nunca ocurriera antes en sus producciones. La audacia y el “tour de forcé”, el “gag” fácil y directo o la permanente cita intelectual, serán reemplazadas por Allen en “Manhattan” con una encantadora visión de la realidad circundante. No faltan por supuesto referencias agudas a protagonistas de su tiempo, pero en esta película Allen usa la cita y la comparación perfectamente determinada, sin acudir a elipsis de ninguna clase. Todo está pensado y ubicado en su exacta dimensión, en su momento preciso, convirtiéndose la inteligente descripción del ser humano en antológica referencia al hombre contemporáneo. Tomas fijas e incisivas exhiben en la presentación diversos aspectos de la ciudad. La imponente escenografía natural permite a Allen situar a sus personajes dentro de un marco apropiado. A través de diálogos estupendos, de hábiles encuadres (la toma de Allen y Mary de espaldas, con el enorme puente frente a las cámaras, es sencillamente hermosa), el talentoso realizador neoyorquino describe sus propias vivencias sin afectación, con envidiable claridad. Su lenguaje es tan normal como lúcido su sentido descriptivo. Allen no olvida ni a sus fantasmas ni a sus grandes amores. Recuerda con idéntico afecto a W. C. Fields o a Ingmar Bergman, a “La gran ilusión” de Renoir a Groucho Marx, a un célebre beisbolista (Willie Mays) o al segundo movimiento de la sinfonía “Júpiter” de Mozart, a Cezanne o a Sinatra, a Marlon Brando, a Louis Armstrong. No descuida, por cierto, en esta sinfonía en blanco y negro, tonalidades impostergables en esta obra de sugerente plasticidad, una banda sonora estructurada desde el comienzo en base a muchas de las más famosas melodías de otro fanático de Nueva York, George Gershwin, desde el solo de clarinete inicial de su “Rapsodia en blue” (que culminará cíclicamente el film en el hermoso final), pasando por “Do do do”, “Lady be good”, “It’s wonderful”, “Embraceable”, y “Strike up the band”, jugada en exultante ritmo cuando Allen inicia su vertiginosa búsqueda de la joven Tracy, poco antes del desenlace de su historia. Dos importantes directores de orquesta actuales recrean esas partituras, el promocionado Zubin Mehta y Michael Tilson Thomas.
Diane Keaton y Woody en el Museo Metropolitan |
“Manhattan” es un hermoso film, pero también es un modelo de equilibrio formal. No hay desniveles narrativos –un hecho muy común en otras producciones de Allen- y aunque no faltan escenas claves, en partículas los diálogos de Allen con Michael Murphy, Diane Keaton, Anne Byrne y Mariel Hemingway, el guión (responsabilidad compartida con Marshall Brickman), es uno de los mejores que hemos visto en mucho tiempo. La aparente simpleza del rostro del protagonista cuando su juvenil amante se despide al final, encierra tremenda elocuencia. Una característica que puede aplicarse a la intervención de cada uno de los intérpretes, magníficos intérpretes, de esta notable muestra, en nuestro concepto, la obra más acabada de un talento que alcanza muchas veces características geniales. Sería injusto olvidar la mención de actores tan notables como Diane Keaton, estupenda Mary; Michael Murphy (de recordada presencia en varios films de Robert Altman) en el rol de Yale; de Anne Byrne (Emily); de la ascendente Meryl Streep (la intérprete del “El francotirador”) en el papel de la primera esposa de Allen en la ficción, y muy especialmente de Mariel Hemingway, la adolescente Tracy, en memorable demostración de ternura y desenvoltura histriónica. Gordon Willis aporta refinados medios en su tarea de avezado iluminador, sirviendo a los requerimientos visuales del director a la perfección.
Título: Manhattan
Título original: ManhattanDirección: Woody Allen
País: Estados Unidos
Año: 1979
Duración: 96 min.
Género: Drama, Romance, Comedia
Calificación: No recomendada para menores de 18 años
Reparto: Woody Allen, Diane Keaton, Michael Murphy, Mariel Hemingway, Meryl Streep, Anne Byrne Hoffman, Karen Ludwig, Victor Truro, Tisa Farrow, Helen Hanft, Bella Abzug, Gary Weis, Kenny Vance, Charles Levin, Karen Allen, David Rasche, Damion Scheller, Wallace Shawn, Mark Linn-Baker, Frances Conroy, Bill Anthony, John Doumanian, Raymond Serra
Distribuidora:United Artists
Productora: Jack Rollins & Charles H. Joffe ProductionsAgradecimientos: Edward I. Koch, Nancy Littlefield, Paul Glanzman
Casting: Howard Feuer, Jeremy Ritzer Juliet Taylor
Departamento artístico: Cosmo Sorice, James Sorice, Joseph Badalucco Jr., Justin Scoppa Jr., Leslie Bloom, Morris Weinman
Departamento de transportes: James Fanning
Departamento editorial: Michael R. Miller
Departamento musical: Bud Graham, Michael Tilson Thomas, Ray Moore, Tom Pierson, Zubin Mehta
Dirección: Woody Allen
Diseño de producción: Mel Bourne
Fotografía: Gordon Willis
Guión: Marshall Brickman, Woody Allen
Maquillaje: Fern Buchner, Romaine Greene
Montaje: Susan E. Morse
Producción ejecutiva: Robert Greenhut
Sonido: Andrew Kazdin, Dan Sable, Jack Higgins, James Sabat, Lowell Mate, Vito L. Ilardi
Vestuario: Albert Wolsky C.J. Donnelly, Clifford Capone
Fuente: Revista de cultura “Pájaro de fuego”, número 23, marzo de 1980. http://cine.estamosrodando.com/filmoteca/manhattan/ficha-tecnica-ampliada/