Lleva 30 años haciendo películas (acaba de rodar la vigesimooctava) y proyectando a través de ellas sus obsesiones, neurosis y ansiedades. Pero, a pesar de haber creado a partir de sí mismo el personaje ficticio de más larga trayectoria en la historia del cine, niega parecerse a sus alter egos fílmicos. El pasado diciembre cumplió 62 años y se casó por tercera vez. Cuatro días antes de su enlace con Soon-Yi Previn, y en una suite del Hotel Palace barcelonés, Allen desprendía seriedad, autoconfianza e imperturbabilidad. Genial cineasta prolífico y hombre público de reciente perfil controvertido, su discurso y talante radian serenidad.
Pregunta.-Lleva cinco años siendo protagonista de noticias escandalosas alimentadas por los medios sensacionalistas. Sin embargo, no ha dejado de trabajar. ¿No logra el escándalo afectar a su vida profesional y personal?
Respuesta.-No. Y, al principio, fui el primer sorprendido. No sé si llamarlo virtud, pero he llegado a saber compartimentar las cosas de una manera incluso sorprendente para mí. Esto me ha permitido no alterar mi vida en base a lo que algunas personas poco honestas y cierta prensa han dicho o publicado sobre mí. Considero que la acción es un antídoto para la ansiedad. De alguna manera, he podido seguir haciendo mis películas y mi música, he ido a juicios para defender mis derechos ante mis hijos y, aunque me considero víctima de una injusticia judicial, he continuado mi vida habitual.
P.-¿Cómo es un día habitual en su vida?
R.-Tranquilo, quizá incluso le parezca aburrido. Escribo todos los días, sin excepción. Bueno, sí. Una, ayer, en París. No pude escribir por dos razones: un constipado y tener que coger un avión a Barcelona. Por lo general, me levanto no muy tarde y trabajo. Escribo, salgo a comer, practico mi música, vuelvo a escribir, veo algún partido interesante, si lo hay, en la televisión o en alguna cancha, y no hago ningún tipo de vida pública. No soy una persona social.
P.-Los dos últimos personajes que ha creado para sí mismo, el Joe Berlin de Todos dicen te quiero, y Harry Block de Los secretos de Harry, han sido escritores. El último, en pleno bloqueo creativo. ¿Ha sufrido algún estado mental parecido?
R.-Nunca, jamás, no sé lo que es. Sólo recuerdo haber sufrido pánico escénico el primer día, fue en 1960, en que escenifiqué mi primer one man show en el club Blue Angel, de Nueva York. No vomité, pero no pude comer en todo el día. Pero, desde hace 40 años, escribo todos y cada uno de los días de mi vida. Escribir es mi vida. Y siempre escribiré. Nadie va a lograr que me detenga.
P.-El público tiende a relacionarle con los personajes que interpreta, como si sus películas fueran episodios autobiográficos. ¿Cuánto hay de cierto en ello?
R.-Una película es un acto creativo, y ésa parece ser una idea a la que no mucha gente parece acostumbrarse. Las relaciones que he descrito con mujeres no son las mías... en su totalidad. O cuando un personaje va al psiquiatra, es una parte de la narración. Parece que hay que hacer un esfuerzo de imaginación suplementario para no relacionarme con todos mis personajes.
P.-Sin embargo, ¿considera Los secretos de Harry una de sus películas más personales?
R.-Harry habla por mí, lo hace en mi nombre: sus ideas filosóficas, sus pensamientos acerca de las relaciones entre la gente, sus opiniones sobre la religión judía o las demás religiones... todo lo que dice a lo largo de la película expresa mis sentimientos más profundos acerca de las cosas que pienso. Pero, esto ocurre también en la película que acabo de rodar, Celebrity. Lo que ocurre es que Harry no es como yo: yo no vivo su vida. Si lo hiciera, con todo ese ajetreo de mujeres, alcohol, sabotajes sentimentales, pastillas, mentiras y traiciones emocionales, no tendría tiempo para crear. Es un personaje muy extremo y por eso, divertido. Pero, filosóficamente habla por mí.
P.-Harry Block es neurótico, infiel, creativo, mujeriego... ¿No teme que el público pueda establecer afinidades entre usted y el personaje que interpreta?
R.-En primer lugar, no quise interpretar el papel, en absoluto. Busqué a los actores que me parecían idóneos para el personaje: Dustin Hoffman, Elliott Gould, Robert de Niro, Robin Williams, Albert Brooks... pero todos estaban de gira o en otra película. A mi pesar, me tuve que contratar. Soy el último actor en el que pensé, lo cual no me convierte en el más idóneo. Y, en segundo lugar, no soy en la vida real lo que parezco ser en el cine. Los personajes que creo para mí tienden a ser exagerados para resultar graciosos. En esta película soy cobarde, histérico, nervioso, incompetente y neurótico. Y en la vida real... sólo comparto algunos de esos defectos.
P.-¿Es cierto que quiso subtitular la película, El peor hombre del mundo?
R.-Sí, porque es un tipo desagradable, vacío, superficial y obsesionado sexualmente. Aunque él, en su defensa y cuando una de sus mujeres le acusa de ser el peor hombre de mundo, dice que es el cuarto en la lista, tras Hitler, Goebbels y Goering.
"Mi prioridad ahora es el amor, es la mujer que está conmigo, Soon-Yi Previn
P.-Su humor es muy cruel, ¿hasta dónde puede llegar y qué es capaz de sacrificar por un buen chiste?
R.-Cualquier cómico profesional de cabaret, cine, teatro o televisión aspira a llegar muy lejos por un buen chiste, por alcanzar la carcajada de su audiencia. Yo suelo ir extremadamente lejos, aunque escribo líneas que no pretendo que hieran. Pero suelo ir muy lejos, sobre todo si soy yo el personaje central y los chistes son sobre mí. Aspiro a crear carcajadas, pero lo único que quiero evitar es insultar la inteligencia del público.
P.-Al igual que usted, Harry se relaciona con numerosas mujeres bellas, inteligentes y jóvenes.
R.-Las mujeres de la película son mucho más superiores que él. Son jóvenes, inteligentes, competentes, estables y fuentes de su inspiración. Pero, les hace algo terrible, convertirlas en sus víctimas, algo que no puede evitar por el componente autodestructivo de su carácter. En mi vida personal, siempre he encontrado a las mujeres más fiables, sustanciales y con mayores contenidos que los hombres. Y también, por lo que observo alrededor de mí, sienten una mayor afinidad con la vida que los hombres. De hecho, mis mejores y más largas relaciones de amistad, las mantengo con mujeres. .
P.-Usted ha sido comparado con Chaplin en genio y en lo prolífico. Ambos comparten haber creado en plena libertad y con el control absoluto sobre sus obras.
R.-Le considero un creador infinitamente superior a mí. En mi caso, me siento afortunado. Puedo hacer la película que quiero, con el total control sobre todo. Puedo hacer una comedia o un drama y elegir a los actores. Todo eso gracias a un grupo de gente que me da apoyo y libertad, y yo no he hecho nada para merecerlo. Me ha sido dado por personas llenas de generosidad.
P.-¿Ve sus películas antiguas?
"Me considero víctima de una injusticia judicial"
R.-No las he vuelto a ver, sobre todo aquellas que realicé en los años sesenta. Me resultaba una experiencia brutal, siempre pensando en que querría rehacerlas, para mejorarlas. Si pudiera, de cada una de ellas cambiaría diez escenas que hoy me resultan embarazosas. Dejar de verlas me evita sentirme deprimido durante semanas.
P.-Los estrenos de sus películas son acogidos como eventos y tiene un público extraordinariamente fiel.
R.-Es algo que no me explico. Yo he tratado justamente de que ocurriera lo contario: de que ninguna película mía fuera un acontecimiento. Yo simplemente amo hacer una película. No leo las críticas ni sigo los resultados en taquilla. Las hago, las dejo a un lado e intento hacer otra. En eso es en lo que encuentro el máximo placer. El resto no es más que incertidumbre y azar.
P.-¿Qué es el éxito para usted?
R.-Poco menos que nada. El éxito aporta menos alegría de lo que se piensa, está sobrevalorado. En cuanto al fracaso, tampoco es tan terrible como se dice. Por eso, lo que hago es concentrarme en el trabajo. Yo ruedo una película, la estreno y hay gente que va a verla. A veces me preguntan, ¿cuál es su público? Jamás lo he sabido.
P.-¿Con qué se quedaría si se viera obligado a elegir entre el trabajo y el amor?
R.-Elegiría... nunca he sido un perfeccionista, al contrario, soy un imperfeccionista y el trabajo no ha sido nunca mi prioridad. Trabajo mucho, pero tengo otras prioridades. Pero, ciertamente, el amor es para mí personalmente más prioritario que el trabajo. Mi prioridad ahora es el amor, es la mujer que está conmigo.
P.-Usted ha permitido en el documental Wild Man Blues filmar su relación privada con Soon-Yi.
R.-Sí, porque es mi mejor relación, la más armónica, tranquila y feliz que he tenido nunca. Ella es una mujer estupenda que me hace muy feliz.
Fuente: Revista El mundo, España, http://www.elmundo.es/magazine/num117/textos/entrevista1.htm