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Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de El Revisionista, Series de antología, y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

martes, 2 de enero de 2018

Si la cosa funciona, el último gran Woody.


'Si la cosa funciona', de la amargura al optimismo

Por Beatriz Maldivia



Comenzar a ver un film de Woody Allen es como un ritual. El mismo tipo de letra en los títulos de crédito y el mismo estilo musical de siempre nos sitúan, antes de mostrarnos ninguna imagen, en lo que vamos a presenciar a continuación. Las películas del neoyorquino, incluso las que más se despegan en argumento o género de su tónica habitual, suelen coincidir en elementos. Y en lo que siempre coinciden es en satisfacer, en mayor o menor medida. No he sido infiel ni una sola vez a la cita anual del cine de Allen y me extraña que alguien lo sea, pues el judío es un director y guionista que siempre puede aportarnos algo, que nunca se va a hacer duro de ver, que no pude decepcionarnos hasta el punto de perder el interés en lo siguiente que vaya a rodar… Es algo a lo que nos hemos acostumbrado, algo que, para una generación, ha estado ahí desde el principio. De momento, no nos podemos imaginar un año de cine sin un film de Woody Allen.


‘Si la cosa funciona’ —traducción más que libre de ‘Whatever Works’—nos habla de Boris Yellnikoff, un hombre maduro que siente que es demasiado inteligente para soportar la vida. Tras un intento fallido de suicidio, abandona a su mujer y se instala en un cuartucho, donde sobrevive dando clases de ajedrez a niños. Lo que no puede imaginarse es que una visita inesperada le cambiará la vida.

Tras lo resumido en la sinopsis, el argumento continúa avanzando, mostrando cambios, que se suceden tras esos acontecimientos, y continúa variando y modificándose, sin que, por ello, nos sorprenda lo más mínimo. Todos los sucesos serán lugares comunes en el cine de Allen o incluso similares a los de su vida personal. Los más estrambóticos serán, por el contrario, demasiado absurdos o casuales como para que nos los creamos. Así que nos los tomaremos simplemente como un chiste o como una crítica social, más que como el paso adelante en la evolución de los personajes que los sufren. En resumen: argumentalmente, ‘Si la cosa funciona’ no aporta nada, sino que todo lo bueno está alrededor de la historia narrada.


Podríamos dividir el cine de Allen en comedias y dramas, diferencia que él mismo estudió en ‘Melinda y Melinda’. Y sería difícil colocar de un lado o de otro ‘Si la cosa funciona’. Tiene bastante humor, pero menos, por ejemplo, que ‘Scoop’, por compararla con una reciente. Los comentarios sarcásticos que reparte por el metraje son de un nivel altísimo y están bien traídos. Allen vuelve a sus bromas sobre el judaísmo, la sociedad y sobre sus personajes. Además, recupera la diferencia social que había presentado en otras ocasiones, como por ejemplo en ‘Disparos sobre Broadway’ o ‘Un final made in Hollywood’, y se ríe de la incultura de los demás, sin llegar a ser ofensivo. He aquí ese aliciente que mencionaba en el párrafo anterior: aunque haya pocos, los chistes de esta película son lo que la convierte en buena.

Larry David es muy adecuado para encarnar al alter ego de Allen y hasta parecido en ciertos aspectos. Nos creemos muy bien en él la paranoia, la hipocondría, el sentimiento de superioridad… y los diálogos los transporta con perfecta soltura. Pero me parece alguien muy hierático en su forma de moverse y muy contenido en expresividad corporal. No sé si será en este papel o si será su manera de actuar en general —no lo he visto nunca en ‘Curb Your Enthusiasm‘—, pero el caso es que me faltó algo de dinamismo en su presencia. Y me dio la sensación de que estaba disfrazado, de que era alguien haciendo un personaje… no encontré una total naturalidad.


Evan Rachel Wood tiene una papeleta más difícil, pues su personaje cambia mucho en pocos minutos de metraje y no sólo tiene que comportarse de manera diferente, sino que, además, debe lograr que la veamos más guapa, según avanza el film. Lo consigue, transmite encanto y le sirve de maravilla como réplica a David, quien necesita lanzar sus ironías contra alguien y a quien no le vienen nada mal algunas contestaciones. Patricia Clarkson no tiene ningún problema en su transformación, similar a la de la hija, pero más extrema. Y lo mismo pasa con Ed Begley Jr. Para mí supone un descubrimiento Henry Cavill, aunque algunos a lo mejor ya lo han visto en ‘Los Tudor’, pues resulta tan irresistible como su personaje exige.

A pesar de que lo narrado es lo de siempre en Woody Allen, el tono trata de vendernos ‘Si la cosa funciona’ como una película profunda y reflexiva. Se podría entender así, ya que la voz del protagonista nos lanza pensamientos constantemente y cierra la película con un discurso a modo de conclusión. Hay a quien le han funcionado estas ideas y la ha percibido como emotiva. Sin embargo, para mí todo esto se ha quedado en el intento: la cosa no funciona. Supongo que dependerá de nosotros, más que de la cinta. Por ello, quizá muchos obtengáis más del film de lo que yo obtuve.



Por Juan Luis Caviaro


Todos los años acudo al cine, con gran ilusión, a ver lo nuevo de Woody Allen. Como ya sabéis, es uno de mis cineastas favoritos. Una de las ventajas de ser un fan del neoyorquino es que trabaja con una regularidad impresionante, así que no hay que esperar demasiado para ver su último trabajo. Claro que esto, paradójicamente, dota de una cierta irregularidad a su cine, pudiéndose uno encontrar con que un año entrega una película maravillosa, y al siguiente un entretenimiento pasajero. En todo caso, salvo alguna mala cosecha, el cineasta no suele caer bajo.


Precisamente, sentía especial interés por ver ‘Whatever Works’ para quitarme el mal sabor de boca que me dejó la que considero que es su peor obra, ‘Vicky Cristina Barcelona’, cuya mediocridad me dejó perplejo hace un año, planchado en la butaca. La primera vez que Woody Allen rodaba en España, sí, pero miremos lo que hizo cuando rodó en Londres… El cineasta debió revisar muy poco uno de sus peores guiones, y a los productores españoles les traería sin cuidado, pensando en lo que iba a recaudar una comedia donde Scarlett Johansson y Penélope Cruz se metían mano. En fin, un mal año. Desde hace una semana está en nuestros cines la siguiente, que afortunadamente es mucho mejor.

Decía Allen recientemente, mientras rodaba su nueva película (de nuevo en Londres), que nunca piensa en el título hasta que el trabajo ya está terminado, y ve el resultado completo. Entonces lo decide, según crea que es buena o mala, dando una pista al público, para que no se lleve un chasco. Si esto es así, y no otra broma de un hombre íntimamente vinculado al humor, parece que el director no apostaba demasiado por ‘Whatever Works’, traducida feamente en nuestro país como ‘Si la cosa funciona’.


En realidad, dejando a un lado las suposiciones, el título le viene estupendamente a la película. Primero, porque es una frase que el protagonista usa en varias ocasiones, para destacar la escasa relevancia (verdadera) de nuestros actos; segundo, porque la película, aun con sus errores y la modesta potencia de su motor, funciona, consigue su propósito, divierte y hace reflexionar. De hecho, el principal problema de ‘Whatever Works’ es que Woody Allen ya ha filmado otras como ésta, y le han salido mejores, más completas. Si por el contrario, esta película nos hubiera llegado un par de décadas atrás, el impacto sería mayor, y también su valoración.

Así podía haber sido, si Allen no llega a guardar el guión en ese famoso cajón a donde van todas sus ideas, hasta que llega el momento apropiado para rodarlas. Al parecer, escribió la historia de ‘Whatever Works’ pensando en que Zero Mostel interpretaría al protagonista; la muerte del cómico, en 1977, hizo que Allen se olvidara del guión. Treinta años después, ante la amenaza de huelga de los actores, el director de ‘Annie Hall’ se acuerda de la vieja historia de Boris Yellnikoff. La reescribe, actualizando las referencias políticas, y se lo entrega a su equipo de casting, con la esperanza de encontrar al protagonista adecuado.

A diferencia de lo que se ha aventurado en muchos textos sobre la película, Allen nunca se planteó dar vida a Boris, porque no se parece a él. Según sus propias palabras, el personaje es demasiado antipático para que él lo pudiese encarnar adecuadamente, el público no se pondría en su lugar, lo rechazaría; necesitaba a alguien que pudiera insultar y menospreciar a los demás, pero que al mismo tiempo cayera bien, resultara simpático. Cuando se le dio a Allen el nombre de Larry David, todo cobró sentido. David ya había trabajado para él en un par de ocasiones (en ‘Días de radio’ e ‘Historias de Nueva York’), pero ésta sería la primera vez que tendría un papel importante. Y lo cierto es que está perfecto, es justo lo que necesitaba este guión.



La película se beneficia del gran trabajo de Larry David, pero para que el conjunto funcionara era necesario igualmente encontrar a una actriz que encajara en el molde de Melodie St. Ann Celestine, una de las chicas clásicas del cine de Allen. Es la chica tonta, ingenua, muy viva y alegre (posiblemente por ser tonta), el contrapunto perfecto para el protagonista, pesimista y amargado, con la idea del fin del universo siempre en mente. Uno ve a David en el personaje y cree firmemente que el hombre no haya necesitado mucho esfuerzo para interpretarlo (recomiendo desde aquí su desternillante serie ‘Curb Your Enthusiasm’). No sé hasta qué punto Evan Rachel Wood es como Melody, pero lo cierto es que la chica está impecable. Al parecer, el acento sureño lo incorporó después de que Allen le diera el papel, lo cual viene a confirmar que Wood se tomó muy en serio el trabajo.

La película brilla cuando gira en torno a estos dos personajes, Boris y Melody, pero pierde fuerza cuando se desvía para contarnos otros encuentros, otros romances (Henry Cavill es muy guapo, pero tiene el talento de un muñeco de cera) y otras vivencias paralelas. Cuando el destino, siempre presente en el cine de Allen, trae a escena a los padres de Melody (Patricia Clarkson y Ed Begley Jr.), baja bastante el interés, pues aunque haya momentos simpáticos a costa de estos dos personajes, con los que el neoyorquino puede jugar ampliamente, se interrumpe lo que verdaderamente importa, la relación entre el tipo trágico y la chica cómica, dando la impresión de que se han unido, torpemente, dos historias en un mismo guión.

Pasando por alto la escasa fortuna de Allen en este aspecto, y que se llegue a un desenlace que me parece muy forzado, creo que ‘Whatever Works’ es una de sus mejores películas. A mi compañera Beatriz no le parece que funcione, y estoy seguro que no es la única que lo piensa. Es una película muy irregular, llena de imperfecciones, pero también, sobre todo, con grandes aciertos. Logró hacerme reír a carcajadas (creedme, no soy de los que se ríen fácilmente en una sala de cine) y las reflexiones del protagonista sobre la vida y la sociedad son viejas, pero no dejan de ser acertadas y necesarias. La vida puede ser triste y monótona, corta y fugaz, pero siempre podemos recurrir al cine de Woody Allen, profundo y divertido.


Ficha técnica ampliada


Título: Si la cosa funciona
Título original: Whatever Works
Dirección: Woody Allen
País: Francia, Estados Unidos
Año: 2009
Duración: 92 min.
Género: Romance, Comedia

Reparto: Larry David, Adam Brooks, Lyle Kanouse, Michael McKean, Clifford Lee Dickson, Yolonda Ross, Carolyn McCormick, Samantha Bee, Conleth Hill, Marcia DeBonis, Evan Rachel Wood, John Gallagher Jr., Willa Cuthrell-Tuttleman, Nicole Patrick, Patricia Clarkson, Henry Cavill, Olek Krupa, Ed Begley Jr., Christopher Evan Welch, Jessica Hecht, Lindsay Michelle Nader, Armand Schultz

Web: www.sonyclassics.com/whateverworks
Distribuidora: TriPictures
Productora: Gravier Productions, Perdido Productions, Wild Bunch
Presupuesto: 15.000.000,00 $
Casting: Ali Farrell David H. Kramer Juliet Taylor, Laura Rosenthal
Coproducción: Helen Robin
Coproducción ejecutiva: Charles H. Joffe, Jack Rollins
Departamento artístico: Andrew Spagnoli, Anne Miller, Beth Kuhn, Glenn Lloyd, James Granger, Manny Sanchez, Mark Pollard, Richard Tenewitz, Rodney Sterbenz
Departamento editorial: Kate Rose Itzkowitz, Morgan Neville, Tim Stipan

Dirección: Woody Allen

Diseño de producción: Santo Loquasto
Efectos visuales: Charles Lapage, Dana Bloder, David Piombino
Fotografía: Harris Savides
Guión: Woody Allen
Montaje: Alisa Lepselter
Producción ejecutiva: Brahim Chioua, Vincent Maraval
Sonido: David Wahnon, Gary Alper, Jason Stasium, Jay Peck, Lee Dichter
Vestuario: Patrick Wiley Suzy Benzinger

Fuente: Blog de cine