Por Rüdiger Sturm
Hace películas solo para no tener que reflexionar sobre la vida. Le impedimos a Woody Allen escapar de la realidad con esta entrevista. ¿Y él? Se quejó del aburrimiento de las fiestas de estreno, sus fracasos como seductor, los partidos de baseball que se perdió y la crueldad del universo. Una tragicomedia real.
Woody Allen se ve como si no pudiera agitar las aguas -la apariencia debilucha, la mirada tímida, la voz aguda-. La impresión que deja en nuestro encuentro en el hotel “Carlton” de Cannes es la misma que el ochentañero dejó ya en incontables películas. Solo sus apariciones en la pantalla se hicieron menos frecuentes en el último tiempo. En la tragicomedia Café Society solo dirigió. Pero sus verdaderas cualidades en todo caso no están en la superficie. En esta charla nos encontraremos con ¿sus chistes abismalmente profundos y filosóficos servidos con elegante liviandad? ¿Su melancolía, su idealismo y su sarcasmo casi insuperables? Su fortaleza más sorprendente son las salidas que resuenan a trivialidades superficiales. Probemos...
PLAYBOY: Sr. Allen, ¿cómo le fue en la fiesta de estreno ayer a la noche?
Woody Allen: A esa no fui. Y del estreno me fui después de la pausa.
PLAYBOY: ¿Por qué no se deja celebrar?
Allen: No me divierte. A uno lo filman, y ni yo ni mi mujer queremos ver esas grabaciones. Fue mucho más agradable cenar cómodamente con un grupo más pequeño. Pero tampoco me quedé mucho en la cena. Me da sueño muy rápido. En Año Nuevo también me voy a la cama antes de medianoche.
PLAYBOY: ¿Le empieza a cansar también su trabajo? Suena como si estuviera listo para retirarse.
Allen: Podría imaginarme dejar de hacer películas. Pero, ¿por qué debería? Todavía tengo energía, y también tengo buena salud.
PLAYBOY: Lo que me recuerda que ya llegó a los 80.
Allen: Sí, pero mis padres vivieron mucho -mi padre llegó a 100, mi madre a 95. Y necesito la distracción. Cuando hago una película, me ocupo de problemas que puedo resolver. Entonces no puede pasar ninguna catástrofe, más allá de hacer una película mala, y eso me pasó con bastante frecuencia. Pero nunca miro mis películas. De todos modos es mejor dirigir una película que estar sentado en casa y romperme la cabeza pensando en lo terrible que es la vida.
PLAYBOY: ¿Entonces no hay alternativas para usted?
Allen: Admito que sería atractivo solamente escribir libros. Soy un hipocondríaco nato y he padecido incontables aflicciones, pero hay una enfermedad a la que soy inmune: el bloqueo de escritor. Escribir es el método de relajación ideal para mí. Me acuesto en la cama, vivo en mi mundo de fantasía, invento historias y personajes y me alejo tanto como sea posible de la realidad. Solo se complica cuando redacto guiones, porque entonces tengo que dejar de escribir por un año y hacer una película con eso. Si no, no tendría ningún sentido.
PLAYBOY: ¿Qué escribiría entonces?
Allen: Quizás mi autobiografía.
PLAYBOY: ¿Por qué eso? A usted no le gusta hablar de sí mismo, ni siquiera en sus propias películas.
Allen: Sí, pero entonces podría pensar tranquilamente en mi niñez y juventud y volver a experimentar todo, en el acto de escribirlo: mis primeros encuentros con el cine, mis amigos o mis padres. Es parecido a como cuando hablo con mi hermana por teléfono. A veces nos deleitamos en los recuerdos. Eso me daría mucha satisfacción.
PLAYBOY: Pero también tendría que reflexionar sobre sus puntos más bajos, por ejemplo el conflicto en la separación con Mia Farrow, seguido de las acusaciones de abuso sexual...
Allen: Naturalmente. Estaría completamente dispuesto a ocuparme de todas las turbulencias de mi vida. Y de todo aquello de lo que me arrepiento. Pero está bien. Esos conflictos estarían en los lugares necesarios de tensión.
PLAYBOY: En sus películas, como ahora en Café Society se entrega a la reminiscencia de épocas pasadas. ¿Es usted nostálgico?
Allen: Intento evitarlo, porque sería una trampa. Cuando te pasa, te vas en el recuerdo y de pronto te das cuenta de que te estás revolcando en el pasado. Pero si alguna vez me retirara de la dirección de cine, me daría el gusto de entregarme a esa debilidad.
PLAYBOY: ¿Qué se le ocurre cuando piensa en sus buenas experiencias con las mujeres? Por ejemplo con Diane Keaton, su pareja en la vida real y en clásicos como Annie Hall.
Allen: Que como seductor fui un fracaso total.
PLAYBOY: Pero tuvo bastante éxito con el otro sexo.
Allen: Siempre fue casualidad. Algunos me preguntan por mis recetas, cómo conseguir mujeres, pero no tengo ninguna. Para mí, los fracasos fueron la regla, ya en la escuela y también después.
PLAYBOY: ¿Cómo lo lograba entonces?
Allen: Solo por la generosidad de las mujeres. Cuando conocí a Diane, de alguna manera ella llegó a la conclusión: él me gusta. Pero si hubiera sido de otro modo y yo hubiera probado todas las estrategias imaginables para conseguirla y empezar a tener una relación con ella, el fracaso habría estado programado. Siempre fue la otra persona quien me ponía en su mira y quería tenerme. Las mujeres y el amor fueron siempre el punto débil de mi vida.
PLAYBOY: Pero hizo incontables películas sobre esos temas. De alguna manera debe haber entendido cómo funciona la cosa entre los hombres y las mujeres.
Allen: Error. No sé absolutamente nada al respecto. Como cualquier persona. Nadie tiene idea, a pesar de todo lo que la gente habla de estos temas. Es simplemente imprevisible y desconcertante, porque todo pasa por el corazón, no por el cerebro. Cuando se trata del amor, las cabezas más inteligentes de la Tierra son capaces de los mayores disparates y ridiculeces.
PLAYBOY: Por otro lado, parece haber funcionado para usted. Desde 1997 está casado con Soon-Yi Previn, 35 años menor.
Allen: Eso funcionó siguiendo el mismo principio que el mejor tratamiento contra el cáncer.
PLAYBOY: ¿Cómo?
Allen: El mejor tratamiento contra el cáncer es no padecerlo nunca. Y eso es pura suerte. Eso es exactamente lo necesario para encontrar a la pareja ideal. Hay que encajar con el otro. También podría compararse con una radio. Es un aparato bastante complicado, lleno de cables. Si tan solo dos de ellos están mal conectados, no hay música. Pero uno no tiene control sobre eso. Nunca hubiera esperado encontrar la suerte en una mujer tanto menor que yo.
PLAYBOY: Pero usted está evidentemente obsesionado con estos temas. De lo contrario no haría tantas películas al respecto.
Allen: ¿Sobre qué otras cosas podría contar historias? El crimen también me fascina, por eso algunas de mis películas tratan de eso, y también Café Society. Pero al final, en la historia humana no hay otro tema que los hombres y las mujeres. Y los problemas son siempre los mismos. Lea las tragedias griegas, lea a Shakespeare. Los conflictos sociales cambian, los personales no.
PLAYBOY: Podría pensarse que usted filma este tipo de películas para trabajar con las actrices más atractivas, como Kristen Stewart y Blake Lively en Café Society.
Allen: Oh, sí. Ambas son grandes bellezas, podría hablar mucho de cuánto me gustan ellas.
PLAYBOY: ¿Se siente verdaderamente atraído por ellas?
Allen: Siento que no me rechazan, digámoslo así. Eso también es importante. Cuando tenés una actriz que te resulta repelente, es un problema. Eso lo noté yo mismo en algunos casos cuando tuve que actuar de enamorado. No es que quiera mencionar nombres. Pero de todos modos es todo menos romántico de lo que parece en la pantalla. Al final, son todos profesionales que después de una escena apasionada vuelven normalmente a la rutina diaria. Y más allá de eso, para estas damas hace tiempo que no soy interesante. Para mí se aplica la sentencia: Se mira y no se toca. Mi mujer también lo sabe, por eso no tiene ningún tipo de problema cuando filmo con estas actrices atractivas.
PLAYBOY: Usted trabajó con símbolos sexuales europeos y americanos - de Penélope Cruz a Blake Lively. ¿Hay alguna diferencia?
Allen: No, para las grandes mujeres no hay fronteras. Son parte del mundo entero.
PLAYBOY: Entre tanto, hasta Miley Cyrus pertenece a su harem filmográfico, con quien filmó la serie de Amazon Crisis in Six Scenes. ¿Sabía con antelación de quién se trataba?
Allen: Había escuchado hablar de ella. Mis hijos habían visto en su momento la serie televisiva Hannah Montana y por eso la había visto un poco. Esa serie es naturalmente bastante tonta, pero ahí es donde Miley me llamó la atención. Era divertida y manejaba muy bien los diálogos chistosos. Para mi serie, fue una actriz ideal.
PLAYBOY: ¿Cómo es que llegó repentinamente a trabajar para una compañía de internet?
Allen: Al principio no quería hacerlo. Hace dos años me contactaron para que hiciera una serie, y durante mucho tiempo me negué. Pero no aflojaban y me ofrecían sumas cada vez mayores. En un momento me dije a mí mismo: “Ya no puedo darme el lujo de negarme. Es demasiado lucrativo. Y es solo televisión, es dinero fácil”. Lamentablemente fue un error conceptual.
PLAYBOY: ¿Por qué?
Allen: Porque me costó mucho más tiempo de lo que había pensado. Fue verdaderamente difícil. Pero debo admitir que disfruté mucho las libertades artísticas. Las instrucciones eran: “Haga lo que quiera, ni siquiera queremos ver el guión. Solo llámenos cuando haya terminado”.
PLAYBOY: En realidad, a usted no podría irle mejor. Se rodea de mujeres bellas, gana buen dinero. ¿Por qué dijo antes que la vida es terrible?
Allen: Porque el universo es un lugar horriblemente caótico, donde todo se extingue - incluyendo nuestra civilización entera. Y en nuestra vida estamos rodeados de muerte, pobreza y destrucción, que nos acechan constantemente.
PLAYBOY: Pero usted dijo que tendía a la nostalgia...
Allen: Eso no quiere decir que el pasado fuera mejor. Por el contrario. Los niños morían de poliomielitis, no había cura para muchas enfermedades. La vida es un asunto duro, sin sentido y brutal.
PLAYBOY: ¿Pero lo es para usted?
Allen: No discuto que haya oasis de placer. Y yo me encuentro en uno. Pero es una circunstancia similar a estar en un campo de concentración y encontrar un cigarrillo, con el cual esconderse en una esquina por dos minutos para tener un poco de alegría. En la situación general, no cambia nada. Tuve más suerte que otros, pero al final voy a terminar en el basural al igual que el sin techo de la calle.
PLAYBOY: ¿No lo enloquece el pesimismo? En realidad parece estar de bastante buen humor.
Allen: Porque me distraigo todo el tiempo. Trabajo, hago música, miro deportes y pienso en la vida tan poco como me sea posible. Si igual no puedo sacármelo de la cabeza, entonces hago deporte. Por esa razón no puedo ver tragedias pesadas, como por ejemplo películas de enfermos terminales. Eso me da depresión.
PLAYBOY: ¿No es usted fanático del rey del drama Ingmar Bergman?
Allen: Me gustan las películas con temas serios, en tanto los problemas que aparecen se resuelvan de alguna manera. Pero nada desesperanzado. Desde mi juventud prefiero mirar comedias.
PLAYBOY: ¿Y es por eso que hizo tantas?
Allen: Cuando las cosas son trágicas, uno tiene que devolver el golpe. Si mira los clásicos del cine mudo, los héroes siempre caen en situaciones amenazadoras, y reaccionan a ellas con humor.
PLAYBOY: ¿Usted hace eso también en lo cotidiano?
Allen: Admito que con frecuencia le doy vueltas. Por ejemplo, con el clima o cuando me pierdo algún partido de baseball. Encuentro muchos motivos, pero intento contenerme porque no tengo talento para quejarme de una forma serena y entretenida. Para quienes están a mi alrededor, a la larga, sería insoportable. Por eso también resguardo a mis hijos de mis brotes de pesimismo.
PLAYBOY: Usted habla de sus hijas adoptivas en su relación con Soon-Yi Previn - ¿saben ellas del estatus de culto de su padre?
Allen: No, a ellas no les mostré ninguna de mis películas. Otras películas sí - los grandes clásicos como El tesoro de la Sierra Madre o algo de Hitchcock, eso fue parte de su educación. Pero quise que crecieran tan lejos como fuera posible del negocio del espectáculo. Quizás pasan por las filmaciones y charlan con los actores. Pero por fuera de eso tienen una vida normal, nunca caminaron por la alfombra roja, y mi mujer tampoco tiene nada que ver con la industria. La mayor parte del tiempo estoy en casa y escribo. Las filmaciones me ocupan solo unos pocos meses al año. En cualquier caso, de todos modos tengo que ocuparme de los problemas de mis hijos. Ellos son la verdadera vida.
PLAYBOY: ¿Por qué nunca se dio por vencido con la vida, cuando en realidad nada tiene sentido?
Allen: Porque como cualquier persona estoy programado para la supervivencia.
PLAYBOY: ¿Entonces nunca pensó en el suicidio?
Allen: No seriamente. Naturalmente alguna vez emergió la idea, como le pasa a todos. Pero se cancela a sí misma cuando uno tiene hijos. Tome a una persona que tiene un mal trabajo y acaba de perder a su pareja y pregúntele: ¿No quiere suicidarse? A pesar de eso, no lo hará, porque tiene el impulso de vivir. Todos buscan satisfacción, buscan experimentar la belleza.
PLAYBOY: ¿Usted también?
Allen: Naturalmente. Siempre intenté alcanzar algo, ya fuera laboralmente o en relaciones románticas. Porque tengo objetivos y sueños. Uno necesita tenerlos.
PLAYBOY: ¿Aún cuando esos sueños con frecuencia no se cumplan, como también vemos en su nueva película?
Allen: Da igual. ¿Qué puede pasar de malo? Una película fracasa. Una mujer te rechaza. La probabilidad es alta, pero eso no te mata. Siempre hay que seguir y estar preparado para fracasar, mientras uno no muera por ello. De eso se trata la vida. No renunciar a los sueños.
Extraído de www.playboyrevista.com/woody-allen