El repaso a Manhattan vista a través de los miopes ojos de Allen se adentra en los noventa hasta llegar a hoy. La ciudad cambia pero las historias siguen girando alrededor de los temas que indefectiblemente identificamos con él; la diferencia es que ahora podemos disfrutar de restaurantes y cines que siguen abiertos y tomarle el pulso a cómo funcionan sus neuróticos personajes en entornos que nos son más familiares.
MARIDOS Y ESPOSAS
Tan devastadora como divertida, la cámara de esta volcánica obra se mueve nerviosa por espacios en los que la realidad y la ficción estaban confundiéndose peligrosamente. Hay pocos exteriores, pero destaca el Dean and Deluca de Prince Strett en el que quedan Judy Davis y Mia Farrow para hablar de sus respectivos matrimonios o la universidad de Columbia a la que acude Juliette Lewis en otro lolitesco papel de su carrera.
MISTERIOSO ASESINATO EN MANHATTAN
“Siempre que escucho a Wagner me entran ganas de invadir Polonia”, una de esas frases que el director ha dejado para la historia, se pronuncia en esta película cuando los protagonistas salen de un concierto en el Lincoln Center. El apartamento maravillosamente decorado de los protagonistas (y su homicida –o no- vecino) está en el 200 de la calle 78 (puro Upper East Side), y es en ese mundo adinerado por donde se mueven los protagonistas: la obsesionante idea de que su vecina ha sido asesinada acompaña a Diane Keaton hasta un partido del hockey en el Madison Square Garden, al National Arts Club (desde donde ve a la presunta fallecida a bordo de un autobús) o al club 21, donde ella y su marido Larry llevan a cenar a su hijo y terminan encontrándose con una pletórica Anjelica Huston. El ficticio Hotel Waldron es en realidad el Hotel 17, en cuyo ascensor tiene lugar otra escena clave que también dejó su frase alleniana de rigor: “Claustrofobia y un cadáver, ¡el colmo de un neurótico!”
DISPAROS SOBRE BROADWAY
Para rodar esta historia ambientada en los años 20 sobre cómo el talento está en los sitios más inesperados, el director tiró de localizaciones art decó como el Hotel Edison, el teatro Belasco o el New Yorker Hotel; el escénico escenario junto a las vías del tren era el ya desaparecido Commodore, en Williamsburg. Por todos ellos –y obviamente por un Broadway lleno de carteles luminosos- se pasean coristas de voz chillona, mafiosos y divas del teatro sobredimensionadas soltando one-liners lapidarios.
PODEROSA AFRODITA
Cómo no adorar una comedia que tras finalizar con la aparición de un Deux ex machina literal junta en su epílogo a los protagonistas en una tienda de juguetes? La tienda no podía ser otra que la FAO Schwarz (archifamosa por albergar el piano de Big), y los protagonistas son Mia Farrow -interpretando a una prostituta de voz de pito y corazón de oro- y Woody Allen –interpretando a Woody Allen una vez más-. Anteriormente les hemos visto en las carreras de caballos de Belmont Park o paseando por Central Park. Y aunque no esté en Nueva York y ni siquiera en el mismo continente, no se puede hablar de esta película sin mencionar el teatro griego de Taormina, donde un coro clásico tiene mucho que decir sobre los peligros de tentar al destino.
TODOS DICEN TE QUIERO
Aquí Allen decidió darse el capricho de rodar un musical con sus canciones favoritas y localizarlo en lugares predilectos del mundo –París, Venecia y obviamente NYC-. En la parte neoyorquina es una delicia contemplar Central Park a través de las cuatro estaciones y ver a sus muy pijos personajes de Park Avenue enamorarse a ritmo de números musicales que incluyen uno con gafas y bigote a lo Groucho Marx. Una celebración de la vida cuyo optimismo se extiende a Goldie Hawn colaborando con el Met, a Edward Norton comprando un anillo de compromiso en Harry Winston, a la adolescente Natalie Portman ligando en el E.A.T e incluso hasta un número musical en una sala funeraria en el 1076 de Madison Avenue en el que los muertos nos invitan a disfrutar del tiempo que nos queda.
Todos dicen te quiero. |
LOS SECRETOS DE HARRY
En esta historia de ficciones dentro de una ficción, la escena en la que Robin Williams descubre que es un actor desenfocado tiene lugar durante un rodaje en la Bethseda Terrace de Central Park (sí, de nuevo Central Park).
Si la cosa funciona |
CELEBRITY
Allen se ríe de sí mismo hablando de “esos snobs directores que hacen películas en blanco y negro llenas de flashbacks” en esta reflexión llena de cinismo sobre lo absurdo de la fama y la suerte. Entre flashbacks y tiempo real, vemos el Elaine's Restaurant (ya desaparecido), el cine Ziegfield, el Stanhope Hotel (escenario del subidón de Leonardo di Caprio), la salida del metro de Franklin Street (donde propone una cita Winona Ryder) y a Charlize Theron fumando ante el puente de Queensboro o luciendo peluca al salir de los Cherokee Apartments. En una de las escenas más recordadas, Kenneth Branagh corre hacia el embarcadero de la zona más sur de la ciudad pero llega tarde: el barco ha salido ya y su ex novia arroja el único manuscrito de su novela a la aguas del Hudson.
LADRONES DE MEDIO PELO
La pareja protagonista pasa de vivir en un pisucho de New Jersey a establecerse en un apartamento de Park Avenue decorado como la casa de Juan Antonio Roca gracias a una exitosa tienda de galletas situada en el Upper Manhattan, en la calle 145. El camino hacia el refinamiento que emprende Tracey Ullman de la mano de Hugh Grant pasa por aprender de arte en el Metropolitan (qué mejor lugar para hacerlo) o revisar sus conocimientos literarios en Washington Square. Al personaje de Woody Allen le siguen tirando más calles donde hacer sus chanchullos, como la Doyers de Chinatown, que ya había lucido escaparates años atrás en “Alice”.
Ladrones de medio pelo. |
UN FINAL MADE IN HOLLYWOOD
Es muy meta que el director interpretado por Woody Allen discuta con su equipo de rodaje la idoneidad de la Bethesda Fountain de Central Park cuando el Allen real la ha empleado tantas veces en sus películas. Más juegos entre realidad y ficción se dan cuando el director propone filmar la película en blanco y negro, porque así es como hay que filmar la ciudad (Manhattan, guiño-guiño) en una suite del Hotel Plaza. Se luce también famoso restaurante Balthazar y repite el Café Carlyle, indisoluble ya de la figura del director, con o sin ceguera.
LA VIDA Y TODO LO DEMÁS
Central Park alberga las charlas maestro-alumno entre Woody Allen y Jason Biggs, normalmente sobre Amanda, el personaje interpretado por Christina Ricci que trae de cabeza al joven desde que tuvo un flechazo con ella al salir de Les Pierres Antiques (en la esquina de Bleecker Street y Charles Street). A lo largo de su tumultuoso romance asisten a un concierto de Diana Krall en el Vanguard, van al cine en el Quad, comen en Sant Ambroeus o tienen citas clandestinas con final catastrófico en el Hotel The Warwick. Con todo, la cita con peor final es la que tiene Jason Biggs con Danny de Vito en el Isabella’s. Todo un ejemplo de cómo tomarse mal un despido.
MELINDA Y MELINDA
Para esta ciclotímico experimento sobre la misma historia en versión comedia y en versión drama, el director despliega todo un arsenal de clásicos modernos neoyorquinos: es en una sobremesa en Pastis sonde se cuenta la anécdota que da pie a la historia; Melinda y sus amigas de infancia conversan por el Bow Bridge de Central Park; repiten aparición las carreras de caballos de Belmont; aparecen cafés famosos como el Boulud o el Gitane; los personajes de la parte dramática van al cine en el Town Hall, mientras que los de la comedia prefieren el más informal Cinema Village. Hay que darse prisa para ver otra de sus localizaciones funcionando: Archangel Antiques, donde el personaje de Will Ferrell encuentra una lámpara mágica, cerrará sus puertas en 2014.
SI LA COSA FUNCIONA
Hasta el momento la última (esperamos que la naturaleza sea benigna y haya muchas más) incursión de Woody Allen en su adorada ciudad, esta historia de romance anciano+jovencita tiene una estupenda combinación de sitios trendy con clásicos que nunca fallan, como si el director quisiera resarcirse de los años sin rodar en la ciudad. Larry David se reúne con sus amigos para despotricar sobre el mundo en el Café Vivaldi antes de que irrumpa en su vida Evan Rachel Wood, a la que descubrirá los encantos de la comida judía de Yonah Schimmel y con la que terminará casándose en el Ayuntamiento de la ciudad. Cuando ella recibe la visita de su madre hacen un poco de turismo mainstream a bordo de un autobús turístico, ofreciéndonos tomas del museo de cera, del edificio de la ONU o de Times Square. El café Mogador, los mercadillos callejeros y el Uniqlo son buenos lugares para que la joven flirtee con Henry Cavill a espaldas de Larry David. Pero no hay que temer: el final feliz está a la vuelta de la esquina. *
BLUE JASMINE
No tenemos el gusto de encontrarnos de nuevo ante una película de Woody Allen ambientada en Nueva York, pero aunque aquí el escenario principal es San Francisco, vemos partes de la ciudad a través de flashbacks de la vida anterior de la protagonista. Y sabemos qué significa eso: Upper East Side y tiendas exclusivas.