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Nació en la ciudad de Lanús, Buenos Aires, Argentina, el 27 de junio de 1956. Desde muy pequeño concurrió al cine, descubriendo a Walt Disney en el viejo Cine Monumental de la ciudad de Bernal. Ya de grande, Román Polanski y su film, “Cul de Sac” fueron los movilizadores hacia el cine de culto. En los años ’70, estudió cine en la EDAC, (Escuela de arte cinematográfico) de la ciudad de Avellaneda. En los ’80 cursó en CECINEMA, (Centro de estudios cinematográficos) dirigido por José Santiso, y asistió al Seminario Introducción al lenguaje cinematográfico, dictado por Simón Feldman. Incursionó en el Cine de Súper 8 y 16 MM. Asociado a UNCIPAR (Unión cineistas en paso reducido), fue cofundador del Biógrafo de la Alondra. Es editor de El Revisionista, Series de antología, y el presente blog. Actualmente trabaja en su primer libro, “Los tiempos del cine”.

martes, 22 de octubre de 2013

Woody Allen & su New Orleans Jazz Band.



Crítica por Richard S. Ginell
Jack Benny y Henny Youngman tocaban el violín, Morey Amsterdam el cello, Johnny Carson la batería. Pero Woody Allen ha llevado su clarinete más allá del sustento o hobby con sus famosos Monday night New York club gigs (ahora en el café Carlyle), un tour europeo y ahora uno en Estados Unidos. Ha hecho apariciones en Los Angeles antes, pero en el Jazz Bakery, no en el muchísimo más grande Royce Hall. Los curiosos llenaron la entrada al teatro este sábado a la noche para encontrar un tradicional septeto de jazz de New Orleans con su alabada celebridad como líder tocando en el punto justo.
Esta banda obviamente conoce el jazz de New Orleans con sus rutinas de solo y sus ensayadas cadencias de cierre junto con la soltura de los contrapuntos improvisados en la tradición de Crescent City.
Muchos de los componentes de la banda tienen curriculums impresionantes y la banda está conducida por el veterano maestro del olvidado arte del jazz banjo Eddy Davis que mantiene el ritmo brincando. Los solos fueron de calidad variable, aunque ocasionalmente ardían, particularmente con algún crepitante trabajo del trompetista australiano Simon Wettenhall y erupciones de imaginativos pasos de piano de el zambio Conal Fowkes.
El amplio repertorio cubrió un amplio espectro de antiguas composiciones con frecuentes incursiones en el gospel. Allen tocó en el estilo subiendo las notas, salpimentando sus pasajes con tiznaduras y otros elásticos efectos cómicos. Tuvo más suceso con las notas rápidas que en los registros altos.
Felizmente, Allen todavía tiene el entusiasmo de un amateur en el buen sentido. Cuando la banda volvió luego del final, Allen extendió la noche bastante más allá de los anunciados 90 minutos, notablemente alto tono tras tono, dando su mejor solo de la noche.
Al final, dijo una línea: “Pueden decir por ustedes mismos que es peor, si mis películas o mi ejecución del clarinete!!”.
Show del 16 de diciembre de 2006 en el Royce Hall, UCLA.
Integrantes del grupo: Woody Allen, Eddy Davis, Conal Fowkes, Simon Wettenhall, Jerry Zigmont, John Gill y Greg Cohen.


Fuente: http://woodyallenweb.wordpress.com/y-demas/

jueves, 10 de octubre de 2013

Blue Jasmine, el nuevo film de Woody.


   por Claudio D. Minghetti

Con "Blue Jasmine", Woody Allen vuelve por sus fueros dramáticos

Woody Allen, unos de los más prolíficos directores estadounidenses de la historia, vuelve en "Blue Jasmine" a abordar el universo de una mujer con su habitual cinismo, una crueldad que incluye un mínimo de humor y mucho de drama, casi el de una tragedia griega ambientada en una urbe estadounidense de hoy.



En su película número 48, Allen cuenta la historia de Jasmine, una mujer madura que supo disfrutar de la burguesía de Manhattan hasta que su marido entró en juegos financieros peligrosos, la engañó y se separó.

El respaldo económico que gozaba desapareció en un tris, lo que le quedaba se fue agotando y, como era de esperar, la realidad la enfrentó a una situación muy comprometida, la de tener que mudarse al pequeño departamento de su hermana Ginger, una trabajadora ama de casa de San Francisco.

En “Blue Jasmine” no hay, de hecho, situaciones más graciosas que las que por casualidad suelen entreverse en medio de un drama, y no hace falta demasiado análisis para descubrir en el guión una fuerte carga de la crueldad que sesgó la obra de Tennessee Williams, en especial la de “Un tranvía llamado deseo”.

Es que Williams fue el más cinematográfico de los dramaturgos estadounidenses del siglo XX y Allen puede definirse como el más teatral de los cineastas de la segunda mitad de igual período y lo que va del XXI, con igual impronta de trabajar los diálogos y hasta los monólogos, que son los que definen la verdadera carga dramática de la propuesta.

Como el autor de clásicos como “El zoo de cristal” o “Un gato sobre el tejado de zinc caliente”, Allen es un excelente narrador de los universos femeninos, tal como ocurrió, por ejemplo, en “Annie Hall” o en “Alice”, y un excelente armador de historias que a pesar de su extrema sencillez, incluso cuando entran en el terreno de lo fantástico, logran tocar profundo en la sensibilidad.

Este tipo de cine pone distancia a la ironía de sus otros filmes más graciosos pero nunca más livianos de la primera época, incluso de los que jugaban a una amable reflexión sobre la relación entre los hombres y las mujeres, y de esos otros que eran pura nostalgia y broma, algunos en blanco y negro, hasta las comedias románticas que le permitieron recorrer ciudades que lo apasionan o sus variaciones sobre el “stand up”.

Aquí se trata de unas puertas casi cerradas, donde la cámara hace foco en una mujer y su momento, y lo hace hasta las últimas consecuencias, logrando que la luz, la edición, incluso la música, un elemento tan importante en su cine y en su vida, tengan peso específico.

Cate Blanchett aquí logra confirmar que puede dar todos los matices de un personaje rico, precisamente en estar mejor o peor sin demasiado tiempo entre una y otra situación. La otra gran figura, que en el filme integra parte de los recuerdos de la protagonista, es Alec Baldwin, otro actor de fuste del cine norteamericano de las últimas décadas, que de la mano de Allen muestra que es dueño de un talento inmenso.

Mención final para un par de rubros estrictamente cinematográficos: la brillante iluminación del español Javier Aguirresarobe que logra capturar la sensibilidad de Blanchett tanto a plena luz como en interiores muy trabajados y la música, que incluye a Louis Armstrong, Lizzie Miles y Sharkey`s Kings of Dixieland, King Olivier, Trixie Smith y Julius Black, entre otros.