Por Yenny Nun
Después de su mentada separación de Mia Farrow en 1992 y posterior matrimonio en 1997 con la hija de la actriz, Soon Yi Previn, 36 años menor que él, a Woody Allen le costó conseguir financiamiento para sus películas en Estados Unidos. Acostumbrado a ambientar sus historias en Nueva York, el genio cómico –quien cumple 76 este 2011–, debió cambiar de rumbo para seguir dirigiendo una película por año.
Woody dirige a Owen Wilson. |
Aunque años atrás al director le era casi imposible viajar por sus muchas fobias que incluyen aracnofobia, cinofobia –miedo a los perros–, acrofobia –a las alturas– y agorafobia –temor a los espacios abiertos–, hoy Woody Allen se traslada sin problemas siempre acompañado de la fiel Soon Yi, “la mejor relación que he tenido en mi vida”. También viajan con ellos los dos hijos adoptados de la pareja Bechet Dumaine y Manzie Tio, de 12 y 11 años, ambos con nombres de famosos músicos de jazz que Allen admira.
¿Cómo creó la trama de “Midnight in Paris”?
Cuando acepté filmar en Francia, no tenía idea de la historia. Finalmente decidí que sería una cinta romántica con el título “Midnight in Paris”; pero durante los meses siguientes no sabía qué hacer. Hasta que se me ocurrió que el protagonista va caminando por la noche, un auto se detiene frente a él, alguien le dice “sube”, y el automóvil lo lleva a esta aventura. Personalmente, nunca me subiría al vehículo, porque me daría miedo terminar en un sótano en Darfur (risas). No soy aventurero, pero cuando escribo me atrevo a todo.
¿Cuál es su lugar favorito en París?
Las calles. No soy alguien al que le guste llegar a una ciudad en el extranjero e ir a los museos a ver pinturas. Prefiero pasear por las calles y, en París, ver las casas y conocer los boulevards. Para mí son verdaderas obras de arte.
¿Por qué contrató a Owen Wilson?
Escribí el personaje para alguien muy parecido a mí. Un hombre de la Costa Este de Estados Unidos, un intelectual. Pero no se me ocurría quién podría interpretarlo (risas). Entonces mi directora de casting, Juliet Taylor, me propuso a Owen Wilson y le contesté: “Owen Wilson es un típico chico de la playa con su tabla de surf al hombro”. Pero luego lo medité, reescribí el rol, lo hice oriundo de California y le di problemas de la Costa Oeste. Owen es un actor muy talentoso y divertido. Le envié el libreto y aceptó. El no es como yo, es muy relajado, muy californiano. Pero su parte funcionó muy bien.
¿Escribe comedias románticas para escapar de la realidad?
Totalmente. Siempre he sido un opositor a la realidad. Creo que vivimos una existencia muy terrible y cruel, ¡por lo que estoy a favor de cualquier oportunidad de escapar! Pero es muy difícil lograrlo. En “The purple rose of Cairo” a Mia Farrow se le presenta una oportunidad para escapar, pero si uno sigue ese camino, encuentra la locura. Por eso, si estamos obligados a seguir en la realidad, lo mejor es distraerse.
La película transcurre en parte en los años 20 durante la “Belle Epoque” de París, ¿le habría gustado vivir en esa época?
Uno cree que le gustaría retroceder en el tiempo, porque idealiza la situación. Cuando piensa en la Belle Epoque, se imagina carruajes, caballos y hermosas mujeres. Pero ni se nos ocurre que cuando la gente tenía hora al dentista, no existía la novocaína ni el aire acondicionado ni los antibióticos. Para mí, habría sido una pesadilla vivir en esos años. Me gustaría regresar por un día o dos, una visita corta y listo.
De todos los personajes que presenta, ¿a quién le habría gustado conocer?
No a Hemingway. He leído mucho acerca de él y era un hombre muy difícil. Picasso también era demasiado complejo, usaba a las mujeres sólo para sexo o para pintarlas. Creo que probablemente habría disfrutado conversando con Buñuel, a quien considero un genio. Scott Fitzgerald era un poco loco y su mujer era loca total. Por lo que me quedaría con Buñuel o con Cole Porter, ambos eran muy creativos y sanos mentalmente.
¿Quién es su ídolo?
Groucho Marx era una persona a quien yo había encumbrado durante muchos años, lo amaba. Pero cuando lo conocí, me recordó a uno de mis tíos chistosos, de ésos que hacen bromas en los matrimonios. Luego de esta experiencia, nunca más quise conocer a nadie a quien admiro; porque no quiero que mis ídolos se conviertan en gente común y corriente que se aburre, tiene hambre y le da dolor de cabeza.
¿Por qué ya no trabaja en Nueva York?
Es una ciudad donde es muy caro filmar una película y mi presupuesto no alcanza. Dispongo de cantidades limitadas de dinero que me permiten filmar en Europa, pero no en Nueva York.
Su próxima película será en Roma…
Es una comedia muy divertida, la mitad de la cinta será en inglés y la otra en italiano. Me inspiré en el cine que me fascinaba de joven: Antonioni, De Sica y Fellini.
Usted actuará después de algunos años. ¿Qué lo decidió a volver?
Que hay un rol para mí. No podría haber interpretado el rol de Owen Wilson porque ya no soy joven. Pero Jerry tiene mi edad, comparte mi sensibilidad; por eso tomé el papel y no se lo mandé a otro actor.
¿Echa de menos la actuación?
Estoy feliz cuando aparezco en mis películas y feliz cuando no lo hago. Ahora estoy pensando que cuando filmemos en Roma será verano y hará mucho calor. Y deberé levantarme temprano por las mañanas, afeitarme y colocarme la ropa de mi personaje. Entonces me preguntaré, ¿para qué hice esto? Pero el rol era demasiado bueno para no interpretarlo.
Sus películas son intelectuales y en esta última usted revive a Luis Buñuel, Gertrude Stein y otros artistas. ¿Cree que el público en general los conoce?
Mis películas siempre han tenido un público limitado. Siempre he hecho cine para personas cultas. Siento que mi público sabe lo mismo que yo; pero no soy un intelectual. No terminé la universidad. Asumo que existen millones de personas en el mundo que son educadas y desean entretención que no apele al más bajo común denominador; que no quiere choques de automóviles ni bromas de baño, que existe un público que desea algo más sofisticado.
¿Qué siente cuando lo critican?
No escucho a las personas que me critican ni tampoco a las que me dicen que soy un genio cómico. No me preocupa hacerme rico ni lo que dice la gente. Me enfoco en mi trabajo de la misma manera que un fundamentalista musulmán se enfoca en la religión. Si tuviera que darle consejo a los jóvenes, les diría que no escuchen nada ni lean lo que escriben de ellos, enfóquense sólo en su trabajo.
¿Sus hijos comparten sus ideas?
No, soy un fracaso. Trato de que escuchen música de Cole Porter y jazz de Charlie Parker, pero no quieren. Prefieren a Justin Bieber y a Lady Gaga. Sienten que soy antiguo, que no sé nada y los avergüenzo como papá. No hay nada que pueda hacer. Tengo amigos que escuchan música clásica en sus casas para influir a sus hijos, pero nada. A ellos les gusta lo que les gusta, lo que les agrada a sus amigos. No importa, yo soy el que está pasado de moda.
El mayor auge de sus películas en Estados Unidos fue en la década del 70…
Porque las compañías de cine aunque eran codiciosas y filisteas, permitían hacer un par de películas de cierta calidad al año, para salvar su propia conciencia y sus egos. Por eso financiaban algunas buenas cintas y se mostraban contentos con tener ganancias pequeñas. Si ganaban entre cinco, 10 y 15 millones, estaban felices. Ahora si ganan menos de 70, se desilusionan. Yo tuve mucha suerte. Trabajaba para Artistas Unidos quienes apoyaban mis filmes sin leer mis guiones ni hacer preguntas. Tenía corte final en todos mis proyectos.
¿Y ahora?
La dinámica es muy diferente, porque las compañías de cine descubrieron que pueden gastar 100 millones de dólares en una película para ganar 300 millones. Apuestan por lo grande y les importa un bledo hacer películas de calidad, sólo les interesan las ganancias. Por supuesto mi cine queda fuera; pero los europeos tienen otra visión y me las financian.
¿Le afecta el paso de los años?
No hay nada bueno con envejecer, nada. Se gana un par de cosas, algo de sabiduría en los fracasos amorosos y otras desilusiones. Pero lo que se pierde es catastrófico por donde se lo mire.
¿Qué lo impulsa a escribir?
Es algo que siempre he hecho, comencé a escribir antes de aprender a leer. Desde niño, era capaz de crear historias y escribirlas. Es como tener buen oído. Y cuando se tiene la habilidad para hacer algo, es necesario expresarlo. Si nadie me contratara y tuviese que lavar platos para ganarme la vida, volvería a mi casa en la noche y escribiría, porque me produce placer. Es mi hobby. Es algo muy natural.